Rick y Morty es una serie animada como ninguna: ciencia, humor negro y la más exquisita expresión del absurdo se funden en ella. Rick Sánchez, el coprotagonista, es un científico alcohólico y amargado que ha arrastrado a su nieto, Morty, a sus extrañas aventuras espaciotemporales interdimensionales. La lista de los momentos en que esta serie me ha volado los sesos es infinita, y es que la ciencia que ocurre en ella, pese a todo, no está tan lejos de nuestra realidad.

Rick se pasea por el mundo con una pistola de portales que abren atajos hacia otras realidades. Hace algunos días tuve una reunión con grandes amigos y entre otras cosas llegamos a plantear temas de esta naturaleza, la sesión la denominamos el festival del Pggghhh, una onomatopeya que nos pareció adecuada para esos datos que lo hacen a uno extraviarse en la inmensidad de lo que se desconoce y el potencial de asombro que podría alcanzarse, en pocas palabras, el pggghhh es la sensación de que te vuelen los sesos.  

Pero me estoy desviando, particularmente la pistola de portales y los extraños mundos a los que Rick y Morty acceden gracias a ella, es una de las facetas más divertidas del programa. Mundos trasero, mundos insectoides, o mundos paralelos donde las pizzas piden humanos, o los teléfonos ordenan sillones mediante un humano mientras se sientan en pizzas. Esos mundos paralelos, no esos exactamente, pero otros, podrían existir. Comienza el pggghhh.

Esta idea se basa en la hipótesis de que nuestro big bang no ha sido el único, hay incontables, quizás infinitos universos burbuja flotando en un espacio más allá de lo que podemos detectar y cada uno cuenta con su propio paquete de leyes físicas. Por mera estadística, siendo infinitos estos universos, existe la posibilidad de que halla uno idéntico al nuestro, uno con otro Amadís de Gaula, escribiendo exactamente estas mismas palabras, en la misma sucesión, para el mismo diario electrónico. Es perturbador. Probar su existencia está por completo fuera de nuestro alcance pero vaya, personas como el físico Michio Kaku, han sugerido que si la raza humana sobrevive a todas las eventualidades que se avecinan: cambios climáticos, guerras, la muerte del sol, y la tecnología avanza lo suficiente como para permitirnos como especie presenciar el fin de nuestro cosmos, quizás no nos quede más remedio que mudarnos de universo. Así, nuevamente, por pura estadística, habría universos casi iguales pero con diferencias sutiles, uno donde Alemania ganó la guerra, otro donde Trump no es presidente y uno en el que somos ricos. Pero hasta no desarrollar la pistola de portales o tener a Rick para que nos preste la suya, seguiremos pobres.

¿Hay evidencia de estos universos paralelos? Resulta que sí, aunque no directamente y podría ser cualquier otra cosa, pero la materia oscura, una substancia extraña que no podemos ver ni medir, pero sí detectar por su gravedad, podría ser materia común en otra dimensión o universo.