El sábado 17 de diciembre comenzó, un rumor que se extendía de boca en boca, por redes sociales y en conversaciones de sobremesa «hace falta gasolina». Los Altos de Jalisco y Manuel Doblado fueron las primeras zonas afectadas, al menos eso decían, por lo que tuvieron que movilizarse hasta Purísima.
Conforme avanzaba la tarde y llegaba la noche, el rumor se volvía verdad, hacía falta gasolina en Purísima y después hizo falta gasolina premium en San Francisco; para la media noche del sábado, había filas en las estaciones de servicio y de carro en carro, el municipio se quedó sin gasolina.
Para el domingo, aquellos con combustible fueron a León y llenaron sus tanques, otros esperaron a que surtieran en las estaciones de servicio; nadie pensó que esta situación duraría más de 2 días.
Empleados decían que se atrasaba el pedido de gasolina, usuarios compartían rumores y notas de otras partes del país, las teorías comenzaron a volar: «es acaparamiento», «es el robo de combustible», «quieren sacarle provecho al gasolinazo de enero»; cada quien contó lo que quiso y lo que entendió, la única verdad es que no había gasolina.
En la ciudad de León comenzó a notarse la escasez del energético el lunes 19 de diciembre y la situación se agudizó el martes; no hubo respuesta, comentario o declaración de autoridades que tranquilizara a la población, hasta el miércoles en la noche.
El desorden
Por más que alguien quiera exagerar la situación, se debe aclarar que sólo fue un desorden, filas con diferentes niveles de civilidad pero, sin conflictos, oportunistas limitados, criminalidad mínima y la mayor cantidad de información posible circulando.
Al incrementarse la periodicidad en que las gasolineras recibían el combustible, grupos de ciudadanos anunciaban por redes sociales y grupos de mensajería instantánea, los lugares en donde había, el número de usuarios, además de si se encontraba limitada o disponible para llenar el tanque.
Empresarios, dueños de negocios y grupos de amigos, llenaron garrafas de todos los tamaños para así conservarla y usarla en sus flotillas, su maquinaria para una semana o para repartir a quien la solicitara y así no faltar al trabajo o desperdiciar el combustible de muchos.
Hubo otros, que aprovecharon o se dejaron llevar por el pánico y llenaron o al menos intentaron llenar tinacos y contenedores de cientos de litros de capacidad.
Los ladrones de combustible o huachicoleros, fueron de las razones del desabasto, ya que al robar directamente de los tubos de PEMEX, provocaron que se cerraran tuberías que surtían a la ciudad de León pero, en todas partes se dieron versiones «mini» pero, igual de dañinas, ya que robaban el combustible de vehículos estacionados.
Las redes sociales
Desde un inicio fueron fuente de información y pánico, con cada nueva nota y comentario, aumentaba la prisa y ansiedad de los contactos.
«¿Dónde queda gasolina?», era la pregunta que todos hacían y la respuesta era: «Aquí ya se acabo», seguida de sugerencias cada vez más lejanas.
El miércoles en la noche, después de varios días de especulación hubo una respuesta oficial, Miguel Márquez Márquez, gobernador del estado, anunciaba que de acuerdo a un dialogo que tuvo con el director de PEMEX, el desabasto terminaría en 24 o 48 horas.
Las redes sociales y los medios de comunicación se regocijaron, aunque faltaran horas para ver si era cierta esa declaración, se asumió como verdadera, la mañana del 24 de diciembre, el pánico en León ya se había olvidado, el servicio seguía sin ser continuo al 100 por ciento pero, cada vez había menos gasolineras cerradas,
Como un terremoto a la inversa, el servicio se volvió más continuo, mientras que en los Pueblos del Rincón se volvió costumbre rápidamente.
A pesar de las historias personales, los planes arruinados, las divertidas anécdotas, el problema dejó de ser novedad y algunos hasta se ofendían porque usuarios seguían preguntando donde encontrar el combustible, aún cuando había estaciones sin surtirse en la noche del 28 de diciembre.
Los que aprovecharon
Durante los momentos de escasez, siempre se encontraran 3 tipos de personas, quienes toman sólo lo que pueden consumir, los que previenen y los que quieren hacer negocio.
Hubo quienes consiguieron combustible y comenzaron a ofertarlo, 20 o 25 pesos el litro, dependiendo del vendedor y de la urgencia del cliente.
A pesar de que es un delito vender combustible de esta manera, los compradores y vendedores se escudaban en: «Es que la ocupo o la ocupan», nadie midió el peligro al que se exponían; ni tampoco la incongruencia de su acción.
El gasolinazo
Aunque no ocurrió durante el desabasto, se comentó mucho sobre el seguro aumento al costo de la gasolina el 1 de enero de 2017; personas protestaban sobre que no alcanzaba y que era un atropello a la economía familiar.
En redes sociales se convocó a marchas y movimientos ciudadanos para exigir que no se liberen los costos del energético o que se le retiren impuestos o que se considere el aumento al salario; ya que al parecer, será imposible para la mayoría de la población continuar con un estilo de vida ya bastante encarecido.
Las 2 caras de la moneda se reflejaron, entre quien pide que se rebaje el costo del combustible y este disponible sin tantos impuestos añadidos, así como las respuestas de quien compró al revendedor con el argumento: «Consígueme para la moto, te la pago más cara», «es que la ocupo».
Los ciudadanos
Habitantes de diversos estados del país viven y vivieron esta situación de desabasto; fuente de anécdotas, declaraciones, conspiraciones y múltiples negocios o artículos periodísticos pero, lo cierto es que revela varias situaciones críticas para la ciudadanía y para el gobierno.
¿Que pasará cuando se terminen los depósitos de petroleo, de donde se obtiene la gasolina?, ¿Qué estrategias tenemos para la movilidad ciudadana y de cargas, sin el uso de gasolinas?, ¿Qué tan en serio nos tomamos la idea de usar vehículos que funcionen de manera más eficiente o con otro tipo de energía?
Al parecer el servicio se restableció y no habrá problemas para obtener el combustible en los próximos días; así que al parecer, el desabasto terminó el 29 de diciembre, después de 12 días de haber iniciado.