Ma de Lourdes Patiño Barba, Licenciada y maestra en Psicología Clínica, con Diplomado en Salud mental infantil, parentalidad y apego, además de docente de educación inclusiva en la Universidad de la Salle Bajío, explicó que la crianza respetuosa y consciente se basa en la disciplina positiva y en relaciones afectivas cercanas con hijas e hijos.
«Tiene por objetivo criar niñas y niños felices, seguros de sí mismos, sanos física, social y emocionalmente, para que logren un buen autoconcepto y autonomía», afirmó.
La crianza respetuosa tiene dos pilares: El primer pilar son los Derechos Humanos, asentados en la Convención de los Derechos de Niñas y Niños (CDN) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que entró en vigor en 1990. México firmó la CDN, y a partir de ella, en 2014 se estableció la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
El otro pilar es la Teoría del Apego de la Psicología del desarrollo, que tiene como finalidad esencial establecer un entorno y relaciones seguras para niñas, niños y adolescentes, donde no sientan condicionado el amor y/o la aceptación según su comportamiento o a que sean un cierto tipo de persona.
La crianza respetuosa busca que, niñas y niños vivan interacciones con equilibrio y buen manejo emocional, de manera que aprendan que son personas valiosas por el hecho de existir, y que por ello tienen derecho a ser respetados, valorados y amados por ser quienes son, sin esperar nada a cambio. Esto se logra cuando madres, padres y otros cuidadores, entre ellos las/os docentes, educan día a día con atención, respeto y cercanía emocional, sin importar la edad.
Entre el deseo y la incredulidad
La crianza respetuosa es una aspiración para muchas personas, pero ha generado incredulidad con respecto a su eficacia, en parte porque muchas personas no encuentran cómo implantarla en el día a día en familias y entornos educativo; también, por las presiones de tiempo que vive la mayoría de adultos por las cargas de sus roles laborales y de madres y padres, que les hacen buscar que todo sea más rápido y eficiente.
En consecuencia, el desarrollo y crianza de niñas y niños se ha tenido que ajustar a las necesidades y a la vertiginosa agenda familiar: hijos e hijas tienen que comer en nuestros tiempos, porque debemos regresar a la oficina; tienen que dormir en nuestros tiempos, porque tenemos que descansar para rendir en el trabajo; tienen que acoplarse a hacer tareas cuando llegamos de trabajar o a jugar con nosotros sólo cuando nos queda tiempo… Las presiones sociales y laborales que vive la mayoría de padres y madres, han propiciado algunas ideas falsas sobre la crianza respetuosa. Algunas de ellas son las siguientes:
La crianza respetuosa genera niñas y niños malcriados
Frases como “no lo cargues tanto, se va a acostumbrar a estar en brazos”, “si hace rabieta, déjalo llorar hasta que se canse”, revelan poca consciencia de las necesidades afectivas y de soporte emocional de bebés, niñas y niños. La crianza con apego y respetuosa busca no gritar, retar, castigar o amenazar ante una rabieta o muestra de frustración, entendiendo que el llanto es la forma de comunicación primaria.
La gestión emocional del enojo, el miedo, la frustración o tristeza es parte de lo que niñas y niños deben desarrollar; y son las madres, padres y otros adultos cuidadores quienes debemos enseñarles cómo hacerlo. Acompañarlos a identificar, a experimentar esas emociones fuertes y a saber qué hacer con ellas saludablemente, desarrolla la resiliencia, pues aprenden a afrontar la vida como es, con sus distintas vivencias tanto agradables como desagradables.
Hijas e hijos no respetarán la autoridad
La idea de que educar requiere en mayor o menor medida malos tratos, confunde el respeto con la permisividad y la falta de límites, y la disciplina con la violencia. En la crianza respetuosa madres, padres y cuidadores tienen autoridad, y eso implica poner reglas y límites claros, respetuosos y acordes a la edad y maduración de niñas y niños.
Los límites dan estructura, pero para ponerlos no necesitamos faltarles el respeto gritándoles o amenazándoles para que obedezcan. Los límites inexistentes o confusos, o la falta de acuerdos de convivencia tampoco respetan el desarrollo de niñas y niños, porque afectan la adquisición de habilidades que le harán falta en su vida presente y futura.
Frases del adulto como “porque lo digo yo”, “porque yo soy tu mamá / papá”, “acatarás las reglas mientras vivas en mi casa”, enseñan que quien tiene autoridad tiene todo el poder, y a quien no lo tiene sólo le queda la sumisión, o la manipulación para obtener lo que se desea.
Educación sin castigos no funciona
A esta conclusión llegan algunos padres y madres después de probar, sin éxito, acciones que no son realmente de crianza respetuosa; y desanimados, vuelven al grito, los castigos físicos (golpes, pellizcos, nalgadas) y formas de violencia emocional como los insultos o humillaciones; o bien, a la manipulación, con frases como “si no haces lo que te digo, ya no te querré igual”, “si te portas bien te ves más bonita”, “si no haces tus deberes le diré a todos tus amigos y compañeros que eres un flojo”.
Posiblemente la frase más dañina es el “te pego porque te quiero”, por la asociación de que lastimar es un acto de amor, la cual dejará huella en niñas y niños para todas sus relaciones posteriores (de amistad, pareja, laborales, etc.). La verdad es que uno puede pegar a quien quiere, pero no golpea por amor, sino por fallas en la gestión de frustración, enojo o miedo.
Requiere más tiempo y paciencia
La crianza respetuosa, como cualquier crianza, requiere tiempo, ya que se busca que hijas e hijos desarrollen todas sus capacidades, que sepan cuidarse y ser autónomos de una manera progresiva; que sean felices y aprendan a establecer relaciones sanas en el presente y a lo largo de su vida. A veces la crianza respetuosa se ve como inversión “adicional” de tiempo y no se le ve beneficio añadido, ya que muchos adultos creen que “un golpe a tiempo es necesario, así me criaron y no me pasó nada”. Pero cuando se aprende a vivir con violencia, ésta se “naturaliza” y por ello no se ve el efecto que ha tenido en nuestra vida adulta.
La crianza respetuosa hace niños dependientes, que no sabrán enfrentar la vida
Niñas, niños y adolescentes son personas en desarrollo, por ello son dependientes gran parte de su infancia y van ganando autonomía de manera paulatina. Pedirles independencia desde pequeños es ir contra el desarrollo natural de la infancia. Una crianza con límites, pero con lazos afectivos seguros entre madres y padres con sus hijos, les enseña a establecer relaciones empáticas, comprensivas, amorosas y compasivas a lo largo de la vida.
Hay que permitir a las niñas, niños y adolescentes ser quienes y como son, sin buscar cambiarles para que sean más de una cosa y menos de otra: eso no respeta su derecho a una identidad propia, ni fortalece su autoestima.
“Es imposible malcriar a una niña o niño por hacerle mucho caso, sostenerlo mucho en brazos, consolarle cuando llora o jugar mucho con él” (Dr. Carlos González).
Para muchas personas, el gran reto de transitar de ser adultas/os que fueron criados en una disciplina violenta, a madres, padres, tías/os, docentes y cuidadores con prácticas de crianza positiva, respetuosa y con buenos tratos, reside en que a veces carecen de modelos de cómo hacerlo. La crianza respetuosa requiere de mucha reflexión personal y creatividad, y de la firme convicción de que son el amor, la comprensión, la paciencia, la confianza y el estímulo lo que ayudará a niñas, niños y jóvenes a ser fuertes, capaces y felices hoy y el resto de sus vidas.