En los negocios, la lucha por mantener a los clientes se ha tornado, en muchas ocasiones, en una guerra de precios en la que, a no ser que cuentes con la infraestructura suficiente, es muy difícil competir.

Las guerras de precios traen consigo muchas consecuencias negativas para los negocios; por un lado, logran que el valor de tu producto o servicio disminuya haciendo que la gente no vuelva a comprarlo por el precio real y por el otro, generan en los clientes una mentalidad de caza ofertas, en donde las decisiones de compra se decantan por lo barato en vez de por calidad. Ahora bien, habrá los que argumenten que el bajar los precios es en sí un método efectivo para ganar muchos clientes en poco tiempo, pero no hay que olvidar que este es un modelo insostenible y de corta duración para las pequeñas y medianas empresas.

  1. No entres a la guerra a menos que estés preparado: Siempre habrá alguien dispuesto a bajar el precio más que tú, pero si tú cuentas con la suficiente solvencia o la infraestructura necesaria para hacer frente a tus competidores, puedes aventurarte a la batalla. De lo contrario, lo mejor será fijar la estrategia en otro frente.
  2. Prospecta, prospecta y prospecta: No todos los que se aproximen a tu negocio son clientes potenciales. El tener claro qué tipo de personas podrán consumir tu oferta es el primer paso para armar una estrategia de ventas efectiva, filtrando a tus clientes reales y dejando con ello de perseguir a los clientes equivocados.
  3. No pierdas tu identidad: Ligado al punto anterior ¡Nadie es monedita de oro para caerle bien a todos! No cometas el error de perder tu identidad por querer adaptarte al mercado. Ser todo para todos te convierte en nada para nadie.
  4. Se único y eficiente: Hay más gente dispuesta a pagar por mejores soluciones que por ofertas casuales, pero si el cliente no percibe la diferencia al comprar tu marca, se decidirá por el que le dé mejor precio.
  5. Haz que valga el costo: Si un valor agregado es irrelevante, sólo será un “costo agregado”.  No olvides que el problema no está en que tu producto o servicio cueste más, sino en que el cliente no entienda el porqué de este costo. Para quien no aprecia sus beneficios cualquier precio siempre será caro.