«A la rorro Niño, a la rorro ro, que viniste al mundo sólo por mi amor. Esos tus ojitos ya los vas cerrando […] ya dejaron caer al niño», esta escena típica de la Navidad, es la caída del Niño Dios, a causa de accidentes y torpezas; por lo que muchas personas deciden comprar una nueva y otras prefieren repararlo.

Guadalupe Rodríguez se dedica a reparar figuras religiosas y durante la temporada decembrina recibe decenas de figuras del Niño Dios para que sean reparadas o retocadas.

Heredera del oficio de su padre, desde hace 14 años se dedica a reparar dedos rotos, raspaduras, grietas y retocar la pintura de figuras de yeso, madera, resina y fibra de vidrio.

«Durante el año recibo figuras de todo tipo, pero, en noviembre me llegan figuras de la Virgen de Guadalupe, los peregrinos para la posada y del Niño Dios para el acostamiento», contó Guadalupe.

Explicó que la mayoría de las reparaciones que hace son en figuras heredadas, entregadas por familiares fallecidos o lejanos y con un gran valor emocional; ya que además del valor espiritual y de fe, las personas les tienen gran aprecio y cariño.

Gracias a ello, ha tenido la fortuna de trabajar con verdaderas reliquias históricas, imágenes con más de 150 años de antigüedad, las cuales interviene lo menos posible para que preserven su composición original.

«Mi esposo me ayuda mucho en estas fechas, porque se junta el trabajo, esta temporada he recibido más de 80 figuras para reparar», destacó.

En su pequeño taller ubicado en la calle José Herrera 402, Guadalupe Rodríguez revisa el material de las figuras, pule los alrededores, refuerza los bordes y lo une.

Con gran paciencia a la luz de una bombilla iguala los colores y retoca las facciones de la figura, les coloca nuevas pestañas e incluso hace partes nuevas.

En el caso de las figuras de madera, ella misma talla una pieza de madera y comienza a darle la forma que requiera; además puedes encargarle o comprarle una de las que ella misma hace.

Con una actitud llena de alegría y amor, recibe a los clientes en su taller y escucha sus historias mientras revisa la imagen religiosa, con ojos expertos revisa el daño recibido y da una fecha de entrega, casi nunca es superior a los 8 días.

Es así que día tras día, año con año, se dedica a reunir los fragmentos de la historia de sus clientes y les permite continuar con sus tradiciones, gozos, risas y oraciones.

 

“La gente dice que mi trabajo es muy noble pero, es la fe y las historias que la gente me cuenta, lo que me anima a seguir con esto; me dan mucho gusto y felicidad” finalizó.