En el marco del 14 de febrero, la Psicóloga Mayra Aguirre, Responsable de Orientación en la Coordinación de Desarrollo Estudiantil de la Universidad La Salle Bajío compartió el concepto de responsabilidad afectiva y cómo practicarla en pareja.
Explicó que éste es un término que surge a partir de las reflexiones sobre las relaciones “poliamorosas” alrededor de los años 80 en Estados Unidos. Sin embargo, ahora encontramos éste popularizado término en conversaciones que tenemos de manera diaria cuando hablamos sobre nuestras relaciones. A continuación, comentaremos sobre a qué se refiere y cómo podemos ir reflexionando sobre su práctica, desde una perspectiva de cuidado.
Las relaciones sexo – afectivas en la actualidad, tiene características muy diversas que identifican varios tipos de vínculos, además se ha integrado a la tecnología generando diversos canales de comunicación. A pesar de estos nuevos retos y formas, en la mayoría de las relaciones se mantiene una lógica de posesividad y dependencia, que puede llevar a prácticas de violencia que encontramos muy normalizadas, por ejemplo: tener que dar tu contraseña de tus dispositivos electrónicos, dejar de hablar con ciertas personas de tu círculo social por celos, hacer la ley del hielo cuando nos molestamos con la pareja, realizar bromas hirientes, poner sobre nombres etc.
La base de la responsabilidad afectiva implica en primer lugar cuestionarnos sobre nuestras creencias sobre el amor. El “amor romántico”, es un concepto que cuestiona a un grupo de ideas que tenemos, culturalmente, sobre la idea de que la pareja nos completa, que debemos tener como una de nuestras metas centrales encontrar y estar en pareja, esperar que la pareja cambie a través de nuestro amor, la incondicionalidad y omnipresencia del amor, entre muchas más. Todas estas ideas, son socializadas a través de los medios de comunicación masiva, que permiten seguir reforzando estas ideas erróneas.
Cuando comprendemos que las relaciones sexo – afectivas son más de lo que hemos visto y leído en novelas románticas, podemos comenzar a poner en el centro de todo, el cuidado, como un elemento central. Es cierto que el cuidado es importante en todos nuestros diferentes tipos de relaciones, no solo las románticas, pero son justamente en éstas donde más naturalizadas tenemos las prácticas de descuido y dominación.
La responsabilidad afectiva es una práctica de cuidado emocional y empatía hacia los demás, es responsabilizarte sobre el hecho de que tus acciones tienen consecuencias en los otros y otras. Es necesario aprender a expresar nuestro deseo, y establecer acuerdos donde tal vez no obtenemos todos lo que queremos, pero tampoco se deban generar dinámicas crueles ni violentas.
En las relaciones sexo-afectivas, generar una ética de cuidado hacia la otra persona, puede definirse como una serie de acuerdos y prácticas, sin importar su duración o status. Es decir, incluso en las relaciones a la que podemos referirnos como “casuales”, el cuidado debe estar presente, evitando así mantener la idea de que sólo ciertos vínculos son merecedores de nuestro cuidado.
Algunos ejemplos sobre acciones que podemos llevar a cabo para fomentar la responsabilidad afectiva pueden ser:
- Que exista claridad en las expectativas que se tienen sobre la relación.
- Que se solicite el consentimiento.
- Realizar acuerdos, aun cuando estos puedan ir cambiando con el tiempo, siempre deben dialogarse.
- Comunicarse asertivamente: expresar qué quieres, qué te molesta y qué sientes.
- Aceptar que existen conflictos, pero es necesario aprender a gestionarlos.
- Tomar en cuenta las diferencias en los aspectos afectivos de cada persona. Somos diferentes, podemos sentir distinto.
- Si no quieres continuar la relación, exprésalo de manera clara. No al “ghosteo”.
- Las relaciones, aunque no sean «formales» implican responsabilidad afectiva.
Apostemos por una pedagogía del cuidado, el acuerdo y el cuidado ético, que nos permita tener vínculos saludables y disminuir prácticas de violencia.