«Es un trastorno del desarrollo biológico que genera problema a nivel de la interacción social, comunicación e imaginación, hay un patrón de intereses restringidos y comportamientos repetitivos”, explicó Janet Armas Ornelas, responsable del servicio de Psicología Infantil y de la Adolescencia, en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) No. 48 del IMSS.
El Síndrome de Asperger a partir de mayo de 2013 desapareció de la clasificación de los trastornos mentales, de acuerdo con el manual utilizado por la Asociación Americana de Psiquiatría, fue incluido dentro de los trastornos del espectro autista; ahora está en la misma clasificación del autismo clásico y el atípico.
La mayoría de los pacientes manejados por Asperger tienen un desarrollo cognitivo y lenguaje normales, pero con problema en la relación social, en específico, son pacientes que su lenguaje no denota alguna afección a diferencia de otros padecimientos, pero no entienden bromas, ironías, doble sentido y sarcasmo, los comentarios los perciben de manera literal.
En relación a la causa de la afección, en el trastorno del espectro autista es multifactorial, pero la teoría más aceptada es la epigenética, lo cual quiere decir que los genes van actuando con el ambiente de una manera dinámica, en general es una interrupción de desarrollo cerebral normal en etapas fetales del crecimiento, asociadas a defectos del crecimiento de los genes.
Los pacientes que sufren del Síndrome de Asperger requieren atención en educación escolar especial, debido a que es un padecimiento que no se identifica a simple vista, sino hasta ver el comportamiento del paciente. En un centro escolar regular tienen problema de aprendizaje y de convivencia.
La especialista del IMSS recomendó a los padres de familia o tutores estar al pendiente de las actitudes y formas de comunicación de los infantes. Asimismo, comentó que afecta más a hombres, la estadística señala que de cada 42 recién nacidos afecta a uno, mientras que en mujeres se presenta en una de cada 184.
El padecimiento persiste a lo largo de la vida, sin embargo puede atenuarse con el crecimiento de la persona, su maduración y desarrollo cerebral, así como con la estimulación adecuada, indicó la especialista.