La espina bífida es un defecto congénito en la columna vertebral, es decir, los bebés nacen con tal afección y tiene diferentes causas; se denota porque existe una alteración en la parte de la espalda.
“Existen varias formas de identificar este padecimiento, pero lo ideal es el control prenatal, si la madre lleva un adecuado control se puede detectar, la manera más común es a través de un ultrasonido, en el cual se podría identificar si la columna vertebral del bebé no está cerrada completamente”, dijo Carlos Ricardo Morales Montes, neurocirujano de la Unidad Médica de Alta Especialidad No. 48, del IMSS.
Agregó que en ese momento se identifica si existe algún problema, por ejemplo en un tejido o estructura del sistema nervioso.
Una vez teniendo el ultrasonido se pueden realizar algunas otras pruebas como puede ser en sangre con una sustancia que se llama alfa-fetoproteína, para conocer si existe una anomalía congénita, que tiene una especificidad de 91 por ciento.
El especialista Morales Montes mencionó que se ha registrado un aumento en la casuística; está documentado que se presenta de uno a dos casos por cada mil nacimientos, especialmente en hospitales de alta especialidad en pediatría.
Una vez diagnosticado el padecimiento, en tiempo prenatal, se tiene que planear el nacimiento, porque debe ser forzosamente por cesárea, ya que por la vía natural puede llegar a perjudicar aún más los defectos, incluso llegando a romperlos.
Al momento del nacimiento se valora el daño del menor a través de estudios de imagen como la resonancia magnética o la tomografía para determinar en qué condiciones se encuentra. Una vez diagnosticado se está en posibilidad de realizar una cirugía, sólo para limitación del daño, ya que no es curable.
Lo recomendable para evitar casos de espina bífida es que la madre ingiera ácido fólico tres meses antes de embarazarse y los tres primeros durante el embarazo, para prevenir las malformaciones en el producto.