KIC 8462852 es una estrella que ha desconcertado a todo el que la observa desde su descubrimiento hace un par de años. La estrella de Boyajian, llamada así por su descubridora aunque no nos resulte más sencillo para recordarla, varía su brillantez de manera aleatoria y repentina.
Las estrellas lo hacen regularmente, por sus procesos naturales, de hecho un tipo específico de estrella conocida por su variabilidad muy regular es usada como parámetro de medidas astrofísicas. El observatorio espacial Kepler, dedicado a la búsqueda de planetas similares a la Tierra, usa otro tipo de variabilidad en el brillo para detectar planetas: observa estrellas cuya intensidad lumínica disminuye a intervalos regulares y luego se recupera a niveles normales, lo cual es un indicio de un bloqueo parcial de su luz, en otras palabras, un breve y pequeño eclipse causado por planetas que orbitan tal o cual estrella.
No obstante, Boyajian es distinta, su variabilidad no parece seguir ningún patrón, al menos no uno conocido, y las causas de su volubilidad lumínica han despertado numerosas teorías.
Las más conservadoras de ellas sugieren la presencia de asteroides de órbitas excéntricas que bloquean la luz de su estrella sin un orden discernible. Esta idea tiene futuro y sobre todo fundamentos, aunque no evidencia.
Otra sugiere la presencia de material planetario disperso, específicamente escombros de algún planeta roto por la gravedad de su estrella. La idea es fascinante y no está lejos de ser cierta. Los planetas pueden romperse, como las lunas, y en nuestro sistema solar tenemos ejemplos en varios estados para sustentar esta idea. Tenemos satélites como el nuestra, la Luna, de una pieza y orbitando felizmente su planeta. Pero están otras que no la pasan muy bien.
Ío, una luna volcánica de Júpiter, debe su gran actividad geológica a la marea que provoca la gigantes gravedad de su planeta en su interior, tira y afloja de su estructura, imprimiéndole energía y por consiguiente, calentando la luna; y no obstante lo enfermiza que parezca esta relación, permanece en equilibrio.
Saturno es conocido por sus maravillosos anillos, pero el origen de éstos puede ser más bien violento. Alguna luna despreocupada en una órbita muy cercana al gigante de gas se pasó de la raya, la gravedad de Saturno tiró de ella hacia su centro, rompiendo la luna en fragmentos y formando los anillos que hoy vemos. Por eso no hay lunas que crucen el plano de los anillos, físicamente es imposible que un cuerpo acumule masa ahí, la gravedad de Saturno no lo permitiría.
Algo similar pasó en nuestro cinturón de asteroides, ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, el material ahí es suficiente para haber formado un quinto planeta rocoso como Mercurio, Venus, Marte y la Tierra, pero no ocurrió. La gravedad de Júpiter hizo imposible el acrecimiento de dicho cuerpo, que quedó en sólo fragmentos y en un par de planetoides de tamaño considerable, aunque no suficiente para ser llamados planetas, como es el caso de Vesta, un futuro objetivo de misiones de exploración en asteroides.
Y al centro de la escala tenemos a Tritón, satélite de Neptuno, uno de los sitios más fríos del sistema solar, con una temperatura media de -235ºC. Este cuerpo redefinió la idea del vulcanismo, ya que es altamente activo en términos geológicos, habiéndose observado volcanes y géiseres en su superficie cuyo medio es el nitrógeno líquido, cuando antes se creía que los objetos gélidos no podían manifestar estos procesos. Tras más estudios se cree que la actividad geológica de Tritón se debe a la presión ejercida sobre su superficie por la gravedad Neptuno, de quien está muy cerca, y se piensa que podría ceder a la marea y terminar convirtiéndose en un sistema de anillos, tal como en Saturno.
Pero regresemos al principio, un planeta roto que bloquea la luz de su estrella. Podría ser, sobre todo para explicar la aleatoriedad del bloqueo y su intensidad. Pero igual que la idea de los asteroides, no hay pruebas.
Finalmente tenemos la más extravagante de las teorías, wait for it: una estructura alienígena gigante. La idea no está sacada de la manga por completo, se le denomina Esfera de Dyson, y sería una cubierta estelar, como una especie de cascarón que envuelve una estrella por completo en el radio de una órbita planetaria, para que la energía de la estrella fuera aprovechada al máximo por una civilización avanzada. El físico Freeman Dyson, quien propuso esta hipotética estructura en 1960, la pensó únicamente como un ejercicio mental, calculando cómo sería su huella térmica para poder identificarla, y por lo mismo, no dio detalles profundos sobre su estructura o construcción. Esto último quedó para los escritores, y la ciencia ficción tiene muchos ejemplos de esta estructura.
Quizás el bloqueo azaroso de la estrella se deba a los trabajos de construcción de una esfera de Dyson por una raza avanzada de extraterrestres. Quizás.
Por supuesto, tampoco hay evidencia de esto, ni la habrá pronto, de existir.
Pero sea lo que sea, al descubrirlo, aprenderemos un poco más, que de eso se trata la vida y la ciencia al fin y al cabo.