Desde hace días mi feed de noticias está repleto de supuestas revelaciones de vida alienígena y  me pareció adecuado escribir sobre el asunto, aunque creo que ya lo he hecho antes.

La primera de esta tarde es sobre Jaime Maussan, cuyo titular asegura que se han presentado pruebas sobre la existencia de vida extraterrestre. No me he molestado en abrir la noticia, siendo de un portal llamado “misterios” y teniendo como principal sujeto informante a este señor.

Esta oleada comenzó hace quizás dos semanas, intensificándose con los días, tras un supuesto rumor sobre que NASA tenía pruebas al respecto. Todos los canales oficiales de la agencia ignoraron la controversia hasta que fue demasiado y el vocero oficial de NASA anunció que no había tal evidencia.

Y es cierto, hasta donde sabemos, el único lugar donde hay vida es la Tierra, no hay pruebas aun de que haya o siquiera hubiera existido en lugares como Marte, donde, no obstante, la posibilidad es alta debido a la evidencia geológica de agua corriente en la superficie del planeta vecino.  La más extraña de las noticias la encontré ayer: unas fotografías espaciales tomadas por un orbitador eran presentadas como evidencia irrefutable de la presencia de fósiles de dinosaurio en la superficie marciana. Hay que darle crédito a esta noticia, sería una excelente novela de ciencia ficción. Según los autores, la presencia de dinosaurios en Marte apoya la teoría sobre que estos antiguos seres hoy extintos eran un experimento de ingeniería genética a gran escala, llevada a cabo por una raza avanzada de extraterrestres. En Marte salió mal, aquí en al Tierra, por el contrario, la vida sobrevivió.

En realidad esas fotos están lejos de ser fósiles. Están tomadas desde la órbita y ni siquiera algo del tamaño de un dinosaurio podría verse con detalle desde ahí. Son grandes formaciones rocosas que, con el juego adecuado de luz y sombra, ciertamente tienen sombras vagas que parecen esqueletos. Pero nadie con juicio diría que es un dinosaurio.

La vida como la conocemos es propia de este lugar, la Tierra, con todos sus caminos evolutivos truncos y extintos, se dio de esa manera porque así lo exigió nuestro planeta. Sería imposible encontrar seres de la Tierra fosilizados en otro planeta. Así mismo, tal vez la única vida que hallemos en nuestro tiempo de vida, si acaso la encontramos, será vida bacteriana, con características similares a las terrestres, quizás, pero también con enormes diferencias adaptativas, tan sólo por vivir en un ambiente radicalmente distinto.

Las opciones no son pocas, Europa, la luna helada de Júpiter, guarda un océano global bajo su superficie, al igual que Encélado, en Saturno. Titán, la luna más grande del planeta de los anillos es también un gran candidato. Todos se suman a Marte y algunos cuerpos menores capaces quizás no de albergar vida como tal, pero sí de contener los ingredientes necesarios.

En un par de años, también, el telescopio James Webb estará en funcionamiento y su capacidad superior de análisis nos ayudará a descubrir de qué están formadas las atmósferas de los planetas extrasolares, de los que se descubren más cada día, y buscar en ellas signos de vida.

No seamos impacientes, yo creo firmemente que hay vida más allá de la Tierra, pero hace falta tiempo para dar con ella, o que ella dé con nosotros.