A cualquiera que le dieran a escoger entre desear millones de pesos y volver a ver al ser querido que ya falleció aunque sea unos segundos, obviamente rechazaría cualquier bien monetario porque la simple presencia de aquella persona que ocupó un lugar muy importante en su vida bastaría más que cualquier cosa material.

Por ahí dicen que cuando una persona fallece, no lloras por él o ella, lloras porque tú te sentías bien de alguna forma con su presencia o en el peor de los casos, lloras por lo que nunca hiciste o dijiste cuando estaba viva, es por eso que cuando alguien te pregunta por tu mayor deseo, deseas más que nada volver al tiempo cuando esa persona contaba con vida.

Los seres humanos somos personas tan extrañas que aunque nos dicen que lo más certero en esta vida es la muerte, vivimos como si nunca tuviéramos final, detestamos los lunes, amamos solo los fines de semana, añoramos las vacaciones, nos levantamos a la fuerza, no nos gusta nuestra edad porque son pocos años o porque son muchos, envidiamos a las personas y criticamos a cada lugar a donde vamos, dejamos todo para mañana, olvidamos demostrar amor.

No nos detenemos a pensar un poquito en el ritmo de nuestra vida, ¿Qué pasaría si en este momento te avisan que falleció la persona que más amas en el mundo? Primero, ¿cómo te sentirías? Supongo que un vacío gigante en el estómago, un disparo al corazón. Muchos afirman que no lo soportarían, pero te tengo noticias: te acostumbras a vivir con esto, así seas la mamá, el papá, el o la hermana, novia o novio. El tiempo hace de las suyas y te acostumbras a vivir con eso.

Después te preguntas, ¿Qué puedo hacer? La única respuesta es: Nada.

Y entonces así nos empezamos a hacer otras miles de preguntas siempre con el inicio de “si hubiera”. Es la frase más triste que podemos mencionar, porque está llena de impotencia, enojo, decepción.

Mis queridos lectores, yo solamente les quiero recomendar que cada mañana al volver a despertar, agradezcan a su dios por sentir la sangre correr entre sus venas, por poder moverse, por ver a su familia, por poder decirles que los amas, por poder pedir disculpas, por poder respirar.

Las cosas más sencillas de la vida son las que más extrañas cuando ese familiar, amigo o pareja ya no están a tu lado; la frase “Vive como si hoy fuera el último día de tu vida” tiene toda la verdad en sus letras.

Este 1 y 2 de noviembre visiten el panteón pero, acompañados de todos aquellos que aman, celebren a la muerte como recordatorio de que no importa si eres joven o viejo, madre o padre, con título o sin título, rico o pobre, ella va a venir por ti. La única forma de burlarla es viviendo cada día, tomándole esa ventaja.

¡Feliz día de muertos!