¿Cómo pueden los padres contribuir a conserva los beneficios de las experiencias tempranas del aprendizaje? A cualquier lugar que vamos, vemos a niños y jóvenes acompañados de quienes podrían ser sus padres. En estos lugares vemos así mismo conductas positivas y negativas que nos hacen mirar hacia los padres y afirmar ¡De seguro así son los papás! y lo mismo pasa en la cuestión académica.
Estudios resientes indican que la conducta de crianza puede afectar al funcionamiento cognoscitivo aún mucho después de la niñez. Diana Blumberg Baumrind es una psicóloga clínica y de desarrollo conocida por su investigación sobre estilos de crianza y afirma que los niños que tienen padres con autoridad alcanzan niveles más altos de rendimiento que los padres autoritarios o permisivos.
Pero entonces, ¿qué características posee un estilo de crianza autoritario, con autoridad y el permisivo?
Los padres con autoridad son afables, sensibles, comprometidos, alientan la autonomía e independencia del niños adecuadas a su edad, explica las razones de las reglas, espera del niño una conducta madura y le da normas claras y convenientes de conducta, disciplina e imposiciónn congruentes de las reglas, respeta los derechos y las opiniones del niño y tiene una comunicación abierta entre el progenitor e hijo.
Los padres autoritarios, son poco afables, gran control, reglas y disciplina congruentes, pero no explican las reglas ni las negocia, piden obediencia a los varones, respeto por la autoridad, conformidad, orden y tradición y pocos intercambios verbales entre progenitor e hijo.
Los padres permisivos, son afables, abiertos y tolerantes, pero pueden mostrar indiferencia emocional y falta de compromiso, pocas exigencias o expectativas de una conducta madura, las reglas no las comunican claramente ni se hacen cumplir, la disciplina es poco congruente y permiten que el niño tome sus decisiones y regule su conducta.
No es la intención lanzar pedradas, sino que como padres e hijos hagamos introspección de cómo fuimos criados, cómo estamos criando y sobre todo si estamos repitiendo un patrón de crianza, que es lo más normal, porque “así fuimos criados” y da miedo hacer cosas diferentes o peor aún, nos da miedo ser juzgados por otros padres o nuestros propios padres. En estas diferencias se muestra los dos extremos, pero lo ideal siempre es encontrar el punto medio para la mejora de la personas.
Si de entrada el ser padre o madre de familia es agotador, añadiéndole la profesión se vuelve el triple de agotador, si a través de estas prácticas de crianza vamos formando seres autónomos, críticos, con valor, las interacciones sociales se verán beneficiadas a gran escala. No hay receta de cocina, pero si puntos clave en los que podemos trabajar en la casa, en el aula, en la calle. No olvidemos que los niños son fácilmente influenciados por el ambiente y viceversa, porque este estimo y favorece el desarrollo mental del niño.
No cabe duda que la tarea en casa es ardua, es un compromiso día a día y que no se puede soltar la toalla, estamos formando a los futuros médicos, maestros, políticos, abogados, empresarios, etc. Pero ya saben lo que dicen “La práctica hace al maestro”.