Enviamos hace tiempo un par de emisarios con nuestra dirección hacia las estrellas. Las sondas Voyager y Pioneer, llevan consigo información sobre la Tierra y su ubicación respecto a varias estrellas cercanas. Llevamos también décadas escuchando atentos las ondas de radio que cruzan nuestra atmósfera pero sólo hemos hallado ruido. Tenemos milenios mirando al cielo y preguntándonos si hay alguien allá arriba o si estamos solos y las respuestas podrían estar ya muy cerca.
Cuando las iniciativas mencionadas se llevaron a cabo o comenzaron a operar, no teníamos ni siquiera la certeza de que existieran planetas más allá de nuestro sistema solar, pero hoy, gracias a la Sonda Kepler, los mundos han surgido aquí y allá, en casi cada estrella que se observa y descubrimientos recientes como el sistema planetario de siete objetivos potencialmente habitables. entusiasman por las grandes posibilidades que tienen de albergar vida o al menos tener las condiciones necesarias para sustentarla.
Hoy los planetas extrasolares (fuera de nuestro sistema solar) se cuentan por miles y multiplican exponencialmente las posibilidades de un contacto. Quizás, de producirse el hallazgo, la vida bacteriana sea lo más común que encontremos, pero aún siendo sólo bacterias abrirán nuestras mentes: sabremos que la vida no es exclusiva de este mundo y la política, la religión y la cultura conocerán una revolución de pensamiento sin precedentes, la posibilidad de civilizaciones avanzadas será más un hecho y una cuestión de tiempo que un tema de ficción y deberemos prepararnos para el contacto, intelectual y quizás físico.
Lenguaje, matemáticas, arte, es principalmente lo que nuestros emisarios llevan consigo al mar que nos separa de otros mundos pero, algunos científicos opinan que lo que deberíamos estar transmitiendo al universo es el internet en su conjunto, una postal más honesta sobre quiénes somos: videos de gatitos, música interpretada en vivo, recetas de cocina, porno, memes y claro, lenguaje, ciencia y arte. Todo el espectro de lo humano.
Este año se lanzará el satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de NASA, que observará en mayor detalle los planetas habitables de nuestro vecindario cósmico. Tan detallada será su información que conoceremos las firmas químicas de las atmósferas, para buscar señales inequívocas de la vida: isótopos particulares de oxígeno, dióxido de carbono, metano, entre otros. Estamos, según expertos, a quizás una década de saber si estamos solos o no.
La vida es dura, aquí en la Tierra se encuentra en lugares extraordinarios, ventilas volcánicas subacuáticas, fosas termales hirvientes, en las capas superiores de la atmósfera, enterrada bajo cientos de metros de roca en la corteza terrestre. Se han hallado organismos que sobreviven el viaje ida y vuelta al espacio en nuestras naves y también que han hecho del interior de reactores nucleares un hogar. El universo sólo es otro condominio. Así que vamos preparando el tapete de “bienvenidos”.