Una vez un hombre se obsesionó con desvelar los secretos del cielo y nos abrió las puertas del Universo.
Isaac Newton (1642-1727) no tuvo una vida fácil, abandonado por su madre tras la muerte de su marido para formar otra familia con un hombre que no quería niños ajenos, creció con sus abuelos. De tendencia solitaria, se graduó del Trinity College como un estudiante mediocre ya que no atendía la mayoría de las clases, prefería pasar su tiempo en la biblioteca leyendo a los grandes matemáticos: Descartes, Kepler, Galileo. No obstante su trabajo sobre geometría y óptica obtuvo la atención de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural tras algunas demostraciones en la materia y un telescopio de su factura que envió ahí. A la larga, se convertiría en presidente de la Real Sociedad, no sin antes sufrir duras críticas por parte de sus rivales.
Profundamente seducido por la naturaleza, quiso descubrir todos sus secretos, sus estudios en alquimia sobrepasan en volumen a sus genialidades científicas, buscó incansable el elixir de la vida y la piedra filosofal sin resultados, pero sus grandes triunfos supusieron una magia más bella que la alquimia: nos entregó los cielos.
Su obra maestra, Principia Mathematica, sentó las bases de la comprensión cabal del universo observable, demostró que las leyes del movimiento rigen el mundo aquí en la tierra y allá, en el cielo, sin distinción. Las Leyes del Movimiento Planetario de Kepler eran ya ampliamente aceptadas pero nadie sabía el por qué de su funcionamiento, hasta que Newton llegó.
Nature and nature´s laws lay hid in night God said “Let Newton be” and all was light
Así reza un epitafio para Newton escrito por Alexander Pope (1688-1744).
Pero no sólo nos entregó una teoría elegante del movimiento que nos dice cómo una manzana cae, cómo la Luna se queda en el cielo e incluso cómo llegar hasta ella, sino todo un contexto para comprenderla. Principia Mathematica fundó el cálculo infinitesimal (que en honor a la verdad, debe ser acreditado de igual forma a Gottfried Leibniz, quien lo desarrolló paralelamente e incluso su notación fue finalmente la que se constituyó como el estándar). El cálculo infinitesimal es, en pocas palabras, el estudio del cambio, fue la alquimia de los números lo que Newton finalmente nos dejó.
Dejó también una constancia de la unidad cósmica, leyes realmente Universales que no requieren de un dios para ser funcionales, la revolución científica a la que Newton perteneció abrió nuestros ojos a las posibilidades. Supimos que hay un orden descifrable y no obstante, las maravillas son inagotables. La ciencia hoy, pese a todos sus avances, sigue estando detrás de la imaginación y los misterios naturales.
¿Qué se oculta en la noche? Nadie sabe. Pero Newton señaló el camino que puso al Hombre en la Luna, el mismo Hombre que llevó a la sonda Voyager a cruzar la frontera del espacio interestelar con un mensaje cifrado en matemáticas de que aquí, en un planeta pequeño en una estrella cualquiera, los humanos viven y esperan respuesta, y que un día partirán rumbo a las estrellas.