La película “Enola Holmes”, que trata de una supuesta hermana menor de Sherlock Holmes (y que nunca existió en las historias originales) fue una de las cintas juveniles más sonadas del año 2020.

Para muchos opinólogos de las redes sociales, la idea de una muchacha detective a finales del siglo XIX e inicios del XX pareciera imposible, producto de pura ficción… lo cierto es que, aunque parezca mentira, no es así.

En aquellos tiempos hubo mujeres que resolvieron crímenes, lidiando no solo con delincuentes, sino con el imperante machismo.

Durante la época decimonónica, donde no había Google, los detectives e investigadores, ya fueran hombres o mujeres, debían confiar en su inteligencia y su pericia, y estas señoras sin duda supieron hacerlo.

A continuación, recordaremos dos de muchas historias.

MARY E. HOLLAND

Hoy en día, el concepto de huellas dactilares es común no solo en escuelas de criminología y procesos judiciales, sino en cuanta película y serie vemos, pero a inicios del siglo XX era toda una novedad e incluso, la gente tenía sus dudas sobre qué tan efectivas pruebas podían ser. Fue Mary Holland una de las primeras en promoverlas y difundirlas.

Nacida como Mary Troxel, la estadounidense desde niña se interesó por cuestiones policiales (ya que su padre conoció a Allan Pinkerton, el primer investigador privado de la historia) y empezó como asistente de editor de la revista “Detective” que se distribuía a los policías de Chicago, ciudad donde destacó por el resto de su vida. Paralelamente, se dedicaba a hacer investigaciones por su cuenta hasta fundar su propia agencia de detectives.

Pero su gran éxito fue promover en Estados Unidos el uso de las huellas dactilares, apoyada por agentes británicos de Scotland Yard. Fue así como ayudó en el caso de Thomas Jennings, el primer juicio criminal en el país de las barras y las estrellas donde se usaron las huellas dactilares como evidencia.

Mary murió en 1915 a los 47 años de neumonía, y al igual que Enola Holmes, gran parte de sus logros se dieron durante su juventud. Gran parte de sus casos se encuentran en el libro “Mistress of mysteries” (“La amante de los misterios”) de su autoría.

MAUD WEST

Ahora viajemos a Inglaterra, tierra de Sherlock y Enola, para conocer la historia de Edith María Barber, nacida en 1880 y que fue mejor conocida con el seudónimo de Maud West. Durante su vida fundó su propia agencia de detectives, donde se encargaba de casos mucho más realistas que los de las historias de ficción de aquellos tiempos y de la actualidad, como podían ser divorcios, chantajes y personas desaparecidas, aunque no podían faltar las persecuciones, los testamentos falsificados y el robo de joyas… y claro: las balaceras donde ponía en riesgo su vida.

Lo cierto era que, al igual que muchos personajes literarios, solía disfrazarse para resolver los casos que los clientes le pedían. De hecho hacerse pasar por hombre, vagabunda o prostituta era su toque característico para resolver casos.

Fue sin duda una mujer extraordinaria no solo para la década de los años veinte, sino para cualquier etapa histórica. Maud murió en 1964 y gran parte de sus casos se pueden leer en el libro de la historiadora Susannah Stapleton sobre su vida: “The adventures of Maud West: Lady Detective”.

Algunas veces la realidad supera a la ficción. Las vidas de Maud y Mary, sin duda alguna, fueron apasionantes incluso siglos antes de las películas en streaming, y para saberlo no es necesario apellidarse Holmes.