La década de los años treinta del siglo XX en Estados Unidos, y las constantes batallas entre los gángsters y los agentes del FBI (llamados en ese entonces “G-Men” (es decir, Government Men, u Hombres del Gobierno) ya son parte de la cultura general, y han sido plasmadas en cine millones de veces.

Aquellos tiempos de los bares ilegales, la música swing, la Gran Depresión y los hombres con sombreros fedora, parecen sacadas de tramas como “El Halcón Maltés”.

Sin embargo, hubo un agente cuya vida pareció de película, pero fue totalmente real. Aunque en su momento se le consideró un héroe, sus métodos hoy en día serían duramente criticados por organismos de Derechos Humanos. Su nombre fue Melvin Purvis.

“PEQUEÑO” MEL

Nacido en 1869, estudió Derecho. Pero su vida no estaba en los juzgados sino en las calles, dando caza a los peores criminales, de modo que en 1927 ingresó al FBI donde J. Edgar Hoover, el odiado director de la agencia, lo puso al frente de la ciudad más conflictiva de aquel entonces: Chicago.

Le apodaron “Little Mel” por su baja estatura: 1.63, que no era muy bajo, pero sí para los estándares de sus compañeros.

Lejos de sentirse intimidado en lo que era el epicentro del crimen estadounidense, Purvis no dio tregua a los gángsters. Sus métodos de captura e interrogatorio eran extremos e intensos, que incluían golpizas y privación de alimento.

Purvis fue quien capturó a más enemigos públicos en su tiempo, incluyendo al famoso asaltabancos John Dillinger, además de Pretty Boy Floyd el 20 de octubre de 1934 y Baby Face Nelson en Illinois el 29 de noviembre de 1934.

Con el paso del tiempo, Purvis se convirtió en una celebridad, cosa que no pudo soportar Hoover, quien era bastante egocéntrico, mediático y reprimido. De acuerdo con la biografía escrita por su hijo Alston, el director del FBI le tuvo siempre una envidia intensa. Pese a la presión de su jefe, Melvin se mantuvo firme durante mucho tiempo.

Años después de pelear contra criminales en las calles, Purvis formó parte de agencias de seguridad internacional. Después de la Segunda Guerra Mundial se dedicó a reunir pruebas contra los nazis en los Juicios de Nuremberg. Finalmente, ejerció la abogacía tras su jubilación.

La muerte de Melvin solo pudo ser como su vida: impredecible, como sacada de una película. Corría el año 1960 y tenía ya 56 años. Gozaba de una vida tranquila, alejada de la prevención del delito y los reflectores. Mientras limpiaba su pistola, intentó sacar una bala y se disparó. En su momento, un posible suicidio fue una persistente línea de investigación.

Sobre la vida y obra de Purvis hay bastante información no solo en internet sino en otros medios. Uno de los mejores libros es “The vendetta: FBI hero Melvin Purvis’s war against crime, and J. Edgar Hoover’s war against him” escrito por su hijo Alston.

En el cine, Christian Bale lo caracterizó en la cinta “Enemigos Públicos” aunque como siempre, Hollywood optó por buscar un actor que no se le parecía ni en el físico ni en la estatura.

En 1934, la encuesta de “The Literary Digest” de las 10 personas más famosas de Estados Unidos nombró a Franklin D. Roosevelt como el número uno y a Melvin Purvis como el número dos.

Así fue la vida de este agente, que lo tocó una época que, como dice Humphrey Bogart en su papel de detective en “El sueño eterno”, había muchas armas, pero pocos cerebros.