Para brindar una alternativa a los cultivos tradicionales de granos, rentable y de menor uso de agua, el Gobierno del Estado de Guanajuato ha impulsado la fruticultura con una inversión de más de $28 millones de pesos en lo que va de este sexenio.
Paulo Bañuelos Rosales, secretario de Desarrollo Agroalimentario y Rural, informó que del 2018 al 2023, se han entregado 538 mil 714 plantas de distintos árboles frutales, entre aguacate, limón persa, nogal, pitahaya y otras especies que resultan muy productivas en las áreas donde se han distribuido.
Esto, con una inversión total de 28 millones 59 mil 561 pesos, de los cuales, el Estado ha aportado $16 millones 72 mil 61 pesos; los gobiernos municipales $4 millones 327 mil 362 pesos, y los beneficiarios $7 millones 741 mil 937 pesos.
El Funcionario estatal recordó que la apuesta a la fruticultura ha sido importante y bien recibida por los productores guanajuatenses, ya que surgió como una alternativa ante la baja de ingresos que han recibido por la cosecha de sus cultivos tradicionales anuales, como el maíz, sorgo, trigo y cebada, entre otros.
Esto, sumado a la escasez de agua que se ha agudizado en los últimos años, ha hecho de los árboles frutícolas una gran opción de mayores ingresos y mejor rentabilidad; algunos en el corto plazo, como la pitahaya y otros a mediano plazo, como el limón persa y mexicano, nogal, manzano, granada, entre otros.
Destacó el cultivo de la pitahaya, que al ser una cactácea requiere menos uso de agua, es un fruto muy apreciado en el mercado tanto nacional como internacional, y presenta buenos escenarios a futuro una vez que se tengan los volúmenes suficientes para incursionar en los mercados externos.
Tan solo de este fruto, se han distribuido 80 mil 592 plantas con apoyo del Gobierno del Estado, en distintas regiones.
También descata el cultivo de limón persa, de cuyas plantas se han distribuido 223 mil 348, con especial atención en la región del suroeste del estado de Guanajuato, donde destacan por la mayor superficie los municipios de Pénjamo, Abasolo, Huanímaro, Cuerámaro, Valle de Santiago, Yuriria y Silao; esto con la finalidad de favorecer la concentración de una zona compacta que permita facilitar la comercialización, el manejo y el control fitosanitario.