Ante esta época decembrina en donde surgen los intercambios de obsequios navideños o la preparación de la cena para recibir a la familia o amigos, la cartera se puede ver mermada ante algunos gastos, por lo que Miguel Agustín Ortega Carrillo, Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Facultad de Negocios de la Universidad De La Salle Bajío, compartió algunas recomendaciones para no padecer la cuesta de enero y conseguir finanzas personales sanas.

Evocándose a la alegría que gozan los niños con los regalos, el maestro Miguel Ortega, explicó que, algo similar ocurre con los adultos, quienes en mayor o menor medida tienen la posibilidad de gastar en cosas que desean, necesitan, o que regalan.

«La temporada navideña, con todo entretejida de mil tradiciones, aún arriba mostrando su esplendor. Solo que, a su pesar, ahora como adultos distinguimos el pensar en las finanzas personales y en cómo gastar inteligentemente el aguinaldo y otros ingresos extra”.

Añadió, que, en la naturaleza del ser humano no está del todo inclinada a llevar cálculos de cuánto gastamos y cuál es porcentaje de ingresos que aún queda.

“No está en la inclinación de una gran mayoría de nosotros llevar registros precisos de qué es lo que se ha comprado, así como, para muchos de nosotros tampoco funciona el calcular cuántas calorías consumimos en cada alimento cada vez que deseamos adelgazar.

Sin embargo, en este momento vale la pena insistir en la prudencia en los gastos por al menos tres razones que, como si fueran los fantasmas en el Cuento de Navidad, quieren al menos, advertimos de señales ominosas en el camino para ser más sabios y evitar un futuro descorazonador”.

 

Los fantasmas de las navidades pasadas

El experto comentó que, la primera razón, cual fantasma de las navidades pasadas, el que recuerda los viejos errores cometidos, es mirar el momento histórico y social que se vive en el país. Las cifras macroeconómicas informan de récords en la inflación, pues se estima que cerrará el año en 7.20 %. Ese número se traducirá en la vida cotidiana en el encarecimiento sensible de los productos que consumimos.

“Si a eso se agregan las dificultades para atraer inversión y generar empleo, y la situación de la salud, ya tenemos un argumento muy fuerte en favor de la sensatez”, manifestó.

Posteriormente, la segunda razón, como un fantasma de las navidades presentes, insinúa que aun cuando se sea muy racionales a la hora de hacer compras, hay muchas situaciones que orillan a las personas a consumir.

“Grandes estudiosos de un campo donde la psicología y la economía se toman de la mano, se divierten enormemente diseñando ingeniosos experimentos para mostrar cómo somos proclives a usar atajos emocionales a la hora de tomar decisiones de compra”.

Explicó que las personas suelen preferir lo que está a la altura de su vista en las estanterías, se van con la finta de que un precio que termina con los dígitos $9,99 se redondea en 0 y no en 10, por lo que, pueden en la trampa de los precios señuelo.

Finalmente, la tercera razón, el cruel fantasma de las navidades futuras, recuerda que todo ese ensueño estimulante de ser más felices adquiriendo más cosas, se diluye con asombrosa facilidad.

El docente Lasallista manifestó que, el mensaje no es abstenerse de los gastos. Las compras pueden ser inteligentes y significativas. La realidad es que, las relaciones de intercambio comercial son las únicas que generan riqueza. La riqueza no solo significa prosperidad material.

“Despojados de la idea de que todo gasto es superfluo, tenemos al alcance herramientas muy efectivas para no sucumbir en el intento de mantener sanas nuestras finanzas. Hay páginas en internet y aplicaciones muy fáciles de acceder para calcular los porcentajes del ingreso que se recomienda gastar para diferentes tipos compras e inversiones y para mantener un ahorro”, compartió el Mtro. Miguel Ortega.

Por último, el investigador Lasallista añadió: “Hay compras útiles. No menos valioso: si en la famosa historia navideña el mezquino Scrooge se trasforma en un alma generosa, con más razón cualquiera puede guiarse por un sentido profundo para decidir qué compramos para nosotros mismos y para otros. Averigüemos si aquello que compremos detona algo parecido a ese anhelo infantil navideño que perdura por motivos que van más allá del producto o servicio en sí. El equilibrio entre prudencia y esplendidez es posible”.