A lo largo de mi vida me he topado con muchas historias de mujeres, la mayoría de ellas hablan de amor y la falta de este en sus vidas.

Muchas son jefas de familia que se arreglan como pueden para sacar a sus hijos adelante, otras dan su vida entera al trabajo para mantener a su familia; algunas incluso se han vuelto agresivas con el paso de los años, ya que no desean ser heridas de nuevo.

 

Quiero comenzar con doña Luisa que casualmente subió al automóvil con nosotros para que le diéramos un aventón a la parada del camión, como se lo dimos hasta su casa, en el camino nos contó su lucha personal.

Su esposo se fue de la casa y la dejo embarazada de gemelos y con otros 3 niños que no rebasaban los 8 años de edad, con diversas carencias y 26 años de edad, doña Luisa decidió trabajar y dejar a sus hijos en la casa.

Los pequeños, sin tener juguetes ni nada que hacer, se juntaron con otros niños en las mismas condiciones y adquirieron «mañas», el más pequeño comenzó con las drogas desde los 8 años y pasado el tiempo, murió de esto mismo.

“Una vez se perdió por más de un mes, sus hermanos me ayudaron a buscarlo y nada que aparecía, normalmente se perdía un mes y volvía todo mugroso y con piojos, pero esta vez nada que dábamos con él, hasta que mi hijo el mayor fue al forense, ahí nos dijeron que lo encontraron tirado hacía tres meses en un barbecho y como nadie lo reclamó, se lo llevaron para practicar”.

Doña Luisa tiene mucho que contar y no es escuchada, sus demás hijos le dicen que no tienen tiempo y que se entretenga en otras cosas; ella dio todo por ellos y ahora se siente frenada, hasta nos dijo que quería adoptarnos como hijos y nos invitó a su casa, siendo que apenas la acabamos de conocer.

 

Doña Mayte es otra de ellas, su esposo la dejó con 8 hijos y sin un quinto para comer, además de que nunca contó con el apoyo de su familia.

Ella tenía que trabajar haciendo el aseo en distintas casas donde las señoras la maltrataban y le pagaban una miseria, mientras que sus hijos se quedaban solos, reclamando la falta de juguetes y ropa.

Ahora que ya están grandes le siguen dando más problemas ya que se dedican a robar y son adictos a las sustancias.

“Yo no sé como puedo hacer para que ellos entiendan que desde siempre y todo lo que hago es por ellos, ellos piensan que yo no soy buena madre; sé que me faltó estar con ellos, pero si jugaba con ellos no trabajaba y si no trabajaba no teníamos para comer”.

Hace poco le apuntaron con una pistola por defender a su hijo, mientras él salía huyendo ella se quedó ahí inmóvil.

Doña Mayte tiene un trabajo en el que ha encontrado la familia que tanto le hacía falta, gracias a nosotros ella se puede sentir querida y nosotros nos chiqueamos con sus deliciosos platillos y dulces que nos regala.

 

La señora Rosa se la pasa en la calle, tomando problemas ajenos y cuidando a su hermano enfermo, la historia es parecida a la de doña Luisa y doña Mayte, pero a diferencia, ella dejó a su marido porque ya no aguantaba los insultos y se fue lejos.

Regreso a cuidar a su madre, luego a su hermano.

“Nadie de mis hermanos quiere una carga tan grande, yo le limpio el pañal, lo baño y lo rasuro, algunos de mis hermanos me dan dinero para mantenernos mientras otros se deslindaron por completo”.

Rosa tiene hijos que ya tienen un buen trabajo y nietos, el problema es que aún así se siente sola, ya que cuando sus hijos o nietos le dan consejos, ella actúa a la defensiva, mientras que a los vecinos de la calle los quiere hacer sus amigos.

 

Mi pregunta aquí es: ¿De quién es la culpa? ¿De los esposos que las abandonaron? ¿De los hijos? ¿De la sociedad? ¿De ellas?

Es fácil juzgarlas y pensar que no estuvieron al pendiente de sus hijos porque son “irresponsables”.

Lo cierto es que no todas tuvieron la buena fortuna de encontrar, recibir, expresar y entregar el amor de manera adecuada.

Es por eso que antes de crear prejuicios en nuestra mente, pensemos dos veces, escuchemos a nuestras madres o abuelas, todas tienen un pasado que las ha vuelto como son.