El otro día, se acercó una madre de familia orgullosa pero, a la vez preocupada por su hijo de 9 años que estudia 4º grado de primaria, porque había obtenido un promedio de 10 limpio y me cuestionaba si su hijo podría ser un sobredotado.
Hemos escuchado casos de niños o adolescentes que ya cursan su doctorado en prestigiosas universidades, estos casos rondan entre los 10 a 15 años y nos dejan atónitos por su capacidad, que va más allá de lo “normal”.
Los niños talento y los sobredorados se identifican de tres modos: por altas puntuaciones en el cociente intelectual, por gran logro académico y la designación del profesor.
Algunos son a la vez sobredotados y tienen problemas de aprendizaje.
Tienden a ser muy inteligentes y presentan problemas de aprendizaje específico en su área, aunado a deficientes habilidades de organización.
Clark L. Hull fue un reconocido psicólogo americano, quien recopiló una lista de características de los niños que presentan sobredotación académica. Debemos de tener claro en este punto que reconocer a una persona sobredotada es más que una boletas con excelentes notas, sino son características cognoscitivas, de lenguaje y afectivas:
- Cognoscitivas: poseen y retienen una cantidad extraordinaria de información, tienen una comprensión avanzada, capacidad de generar ideas y soluciones originales, así como intereses y curiosidades diversos.
- Lenguaje: tienen sólidas habilidades verbales, lenguaje receptivo y escrito sumamente desarrollado, conciencia sensorial bien desarrollada, muchas veces les cuesta integrar mente y cuerpo.
- Afectivas: muestran una actitud evaluativa de sí mismo y los otros, persistentes, conducta propositiva, sensibilidad extraordinaria ante las expectativas y los sentimientos de otros, intensificación de la autoconciencia, acompañada de la impresión de ser diferente, adquisición más temprana de autocontrol y de satisfacción interna, extraordinaria profundidad e intensidad emocionales, grandes expectativas de sí mismo y otros, que a menudo producen altos niveles de frustración consigo mismos, con los otros y las situaciones, niveles avanzados de juicio moral, avanzada capacidad cognoscitiva y afectiva para conceptualizar y resolver problemas sociales.
Cuando inician la adolescencia, estos niños tienen cualidades que les ayudan a encarar los retos que se les vaya presentando pero a la vez son vulnerables en el ámbito afectivo, es por ello que es importante que tanto docentes y padres de familia atiendan a estos grupos, porque si bien no muestran ninguna deficiencia, son personas que sí requieren asistencia y apoyo didáctico afectivo.
En México a este grupo se le tiene muy olvidado porque precisamente no muestran que tengan un problema en su vida académica, sin embargo pueden llegar a ser personas incomprendidas.
Educar en la diversidad es tarea de todos, identificar y apoyar a cualquier persona en su condición es un derecho.
Promovamos entornos que permitan trabajar de la mano. No es una tarea fácil, pero ya sabes lo que dicen: “La práctica hace al maestro”.