Hace una semana o dos, qué más da, estuve en una conferencia y resultó que se habló del tiempo. Esa cosa rara que nadie sabe bien a bien qué es, ni los físicos ni los filósofos, nadie, para terminar pronto.
Resulta que es considerado como una dimensión del universo, de ahí que Einstein lo unificara con el espacio en su espacio-tiempo. Lo que parece más extraño, alejado de toda formulación lógica y contraintuitivo es que en el espacio nos podemos mover con libertad: hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados, adelante y atrás, pero no el tiempo. Si resulta que es una dimensión como lo ha pensado la humanidad ya durante más de un siglo ¿por qué entonces no podemos ir más que adelante en él?
Lo único que sabemos del tiempo bien a bien es que hace progresar las cosas. Vemos, en todo, su efecto: crecemos, envejecemos, las cosas se deterioran y el tiempo brilla por su ausencia, no hay manera de observarlo, ni transitar libremente por él, como si de una habitación se tratara.
Existen ideas del por qué y resulta que nos atañen directamente. Pensemos en una hoja de papel y en una hormiga que se pasea por ella. Pensemos que la hormiga es un punto, un objeto unidimensional y que la hoja es su universo de dos dimensiones espaciales: largo y ancho. El punto, o la hormiga, puede pasear por la hoja y no sabría que hay más en la hoja que la hoja que ve, porque en algún momento esa hoja podría torcerse y cerrarse en sí misma, como una tira de moebius, donde la tercera dimensión, la torcedura, sería evidente para un observador como nosotros, habituados a las tres dimensiones, pero no para la hormiga que vagaría para siempre en un universo que cree infinito y plano.
Banda de Moebius; M.C. Escher, 1961; Grabado.
Bueno, nosotros somos la hormiga y la hoja el universo de cuatro dimensiones, la torcedura, la cuarta dimensión, es el tiempo, que experimentamos linealmente, porque desconocemos lo que hay más allá, si es que lo hubiera, y las teorías más complejas de la actualidad, como la Teoría de Cuerdas o la Teoría de Campos de Cuerdas apuntan a que hay quizás 10 u 11 dimensiones en algún lugar.
¿Qué pasa en aquellas dimensiones extra? Sólo lo podemos soñar, pero quizás el tiempo se parezca más al espacio, y los seres que vivan allí podrían caminar hacia atrás y volver a ser niños, o hacia el futuro para experimentar su muerte. Quizás no haya muerte y para tal caso, probablemente tampoco vida en ese universo, más eso no quita la posibilidad de otra forma de existencia. Nada sabemos con certeza, así que todo puede ser.
En la película Interestellar, de Christopher Nolan, hay un gran momento ubicado en la quinta dimensión, donde ocurre algo como lo de transitar el tiempo como si fuera una habitación. Sobre esta película hablaremos más tarde, porque vaya que tiene material para los futuros que vienen. Mientras llega el día, búsquenla.