De color vino, blanco, azul celeste o marino, con bordado o sin bordado, en forma de ropajes de angeles u otros santos, para tamaños desde los 10 hasta los 70 centímetros, o incluso más; esta es la variedad de opciones que se tienen al momento de vestir al Niño Dios.
Es tradición en México, que las familias se reúnan la noche del 24 de diciembre a «Acostar al Niño Dios», con cánticos y rezos cada participante besa la imagen de Jesús recién nacido y al finalizar lo depositan en el nacimiento.
Muchos hogares visten la figura del Salvador con prendas de colores o ropones, cual niño pequeño en una ceremonia grandiosa pero, son pocos los hogares dónde las personas tienen el tiempo o la habilidad para hacerlos ellas mismas.
Por ello, personas como Angélica Navarro, han dedicado años de su vida a realizar estos ropajes, que además de brindarle alegría a sus clientes, le dan una fuente de trabajo único y lleno de satisfacciones.
El trabajo
Cada año, la costurera prepara alrededor de 500 vestimentas para el Niño Dios en diversos tamaños y colores, por lo que comienza a hacer sus preparativos desde el mes de mayo.
«Cada año comienzo a preparar los ropajes desde el mes de mayo, reviso los que me quedaron y los nuevos que haré, así como los encargos; a la gente le gustan mucho, principalmente a los paisanos y la gente de las comunidades, quienes tienen muy vivas sus tradiciones», señaló Angélica.
Explicó que los vestidos cuentan con su propio gorro y zapatos, todos hechos a mano; aunque estos últimos los encarga a otras costureras para que ellas los tejan y que les son entregados en octubre y noviembre.
«Este año lo que más se llevan son los vestidos hechos con chantú, ya que les puedo colocar bordados que le gustan a la gente; así como los ropones de ángel, arcángeles, del Papa, el Santo Niño de Atocha y San Judas Tadeo», destacó.
Respecto a los ropajes más sencillos, le solicitan de color blanco y beige pero, desde hace tiempo se ha vuelto cotidiano que le pidan en tonalidades verde, turquesa, amarillo, azul, vino y rosa.
Sus precios oscilan entre los 100 y 250 pesos, a excepción de las vestimentas especiales, las cuales consigue en la ciudad de México y cuestan 400 pesos.
Al final, como cada año, espera que sus clientes locales y extranjeros, no sólo se lleven un ropaje para una figura, sino una parte esencial de sus tradiciones, fe y recuerdos.
El proceso
Con 3 décadas de trabajo en la creación de vestimentas para imágenes religiosas, Angélica comparte el proceso que realiza para los ropones del Niño Dios.
Primero corta 2 piezas de tela, una será el forro y la otra el ropaje; a ambas les hará cortes para el cuello y las mangas. A continuación, le da la forma bombacha a la ropa por medio de diversos pliegues en los hombros y el pecho.
Después le agrega las mangas, las cuales fueron cortadas por separado. Hecha la bastilla, ya casi están terminadas las ropas, sólo falta darles un estilo propio mediante la colocación botones, lazos, brillantina, lentejuela y diversos ornatos como bordados.
El gorro se cose a parte y se le agregan decoraciones o bordados relacionados a los de la vestimenta; este proceso se repite varias cientos de veces durante los 6 de preparación para esta fecha.
La señora que se menciona no se llama Erika, su nombre es Angélica Navarro me dijo que en la entrevista anterior usted le mal entendido.
Ya está corregido; muchas gracias por el comentario.
De nada al contrario trario gracias a ti por darnos a conocer estás tradiciones!!