Pocos temas han captado la atención como el aprendizaje de la agresión en el niño. Sólo basta escuchar en las noticias sobre el tiroteo ocurrido en Parkland, Estados Unidos, en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas, cuando un joven armado de un fusil automático mató a 17 personas.

En México, también lo fue cuando un alumno de secundaria entró armado en el Colegio Americano del Noreste, una escuela privada al sur de Monterrey. El menor, de 15 años de edad, disparó contra varios de sus compañeros y su maestra.

 

Estos casos que son lamentables, ponen sobre la mesa cientos de temas que competen no solo al gobierno, sino también a la sociedad. Estos casos han tenido un patrón en común, son personas que se les consideraba agresivos, pero… ¿qué es la agresión? Se define como el comportamiento tendiente a perjudicar o lastimar a otra persona.

Desafortunadamente, este problema no tiene una solución simple. Porque las teorías actuales de la agresión en la niñez, nos mencionan la influencia de los factores biológicos (aquello con lo que ya nacemos) y ambientales (aquello con lo que crecemos).

Es decir, algunos niños están genéticamente predispuestos a mostrar conductas agresivas, pero también hay que tomar en cuenta los factores familiares, culturales y de compañeros.

Una vez que la agresión llega a ser parte de la vida del niño, puede fortalecerse y reforzarse a sí misma, porque permite controlar a los otros y manipularlos. La agresividad en una persona, perfectamente se puede empezar a percibir desde la edad preescolar.

 

NO, NO ES NORMAL que un niño de 5 años constantemente esté lastimando animales o los mate, pateé a alguno de sus padres, amenace a sus compañeros y los lastime, porque cuando este niño pasa a primer grado de primaria su agresión predice otras conductas problemáticas en su desarrollo posterior.

No me trago la idea y nadie debería, que la gente se sorprenda por estos actos violentos, porque perfectamente estos alumnos, ya tenían un antecedente, los padres de familia, los maestros los sabemos reconocer, pero de no ser el caso, los primeros en notarlo son los compañeros, quiénes convivieron o conviven de cerca con su agresor y conocían de dichos comportamientos y muchos de ellos estoy segura que los habían denunciado, sólo que lo más probable es que no se le haya dado el seguimiento correspondiente.

Hoy en día, se cree que por tratar de corregir a un hijo o a un niño, es violentarlo. Lo cual es falso, una cosa es reprenderlo, corregirlo o llamarle la atención por una actitud que no es tolerable, por ejemplo jalarle el cabello a mamá, a darle una golpiza porque le jaló el cabello a mamá, el modo en cómo se hace la corrección es la clave. 

Simplemente es marcarle límites al infante que está en proceso de adaptación con su entorno, si no se hace esto, crecerá y potencializará su actitud, creyendo que es normal, porque nadie le dijo o hizo absolutamente nada.

Como ciudadanos del mundo, de nuestro continente, país, estado, localidad, es nuestra obligación procurar a las actuales y futuras generaciones, para que crezcan en ambiente seguros, porque es nuestro derecho, no es una tarea fácil, pero ya saben lo que dicen La práctica hace al maestro