En la semana me encontraba en el trabajo, un padre de familia se me acerca para preguntarme ¿cómo estaba? Durante la platica surgió la inquietud por la desmotivación por la lectura de su hijo.

No es que quiera espantarlo, pero lo haré… De acuerdo a cifras del INEGI, el promedio de libros leídos por la población de 18 años y más en el último año fue de 3.8 ejemplares. En comparación, en Chile se leen 5.4 libros al año; en Argentina el promedio es de 4.6; en Colombia de 4.1, y en Brasil de 4 libros por año de acuerdo a El Libro en Cifras, boletín estadístico del libro en Iberoamérica, del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) publicado en diciembre de 2013.

De la población de 18 años y más alfabeta que declaró no leer ningún tipo del material considerado por MOLEC, 48.5 por ciento argumentó falta de tiempo mientras que 22.5 por ciento expuso la falta de interés como su principal motivo.

A esto hay que reconocer que efectivamente uno de los principales problemas de los alumnos cuando leen es su baja motivación o su orientación negativa para leer textos que sus profesores o los padres sugieren en clase o en casa.

Aquí señalaré 10 cuestiones prácticas cuando se trate de motivar a los niños y adolescentes a la lectura:

  • Cuando sea posible permitir que los niños y adolescente elijan los textos que deseen leer.
  • Cuando se trate de lecturas obligadas, elegir varios textos para que de entre ellos escojan.
  • Procurar elegir textos que tengan significatividad para los niños y adolescentes (ni tan difíciles ni tan fáciles, sino adecuados a su competencia cognitiva y lectora)
  • Tratar de recrear con los niños y adolescentes experiencias autenticas con el texto que leyeron.
  • Valorar y reconocer el esfuerzo del niño y del adolescente como lectores.
  • Animar la curiosidad de los lectores cuando éste aparezca y fomentarla.
  • Promover motivos de lectura social, leer entre familiares, compañeros e inclusive amigos.
  • Fortalecer la autoestima lectora, esto quiere decir que cuando uno se cree capaz de leer adecuadamente se mejora la actitud hacia los textos.
  • Reconocer a los niños y jóvenes como lectores y como intérpretes de textos, mostrarles la variabilidad de interpretaciones y el enriquecimiento que uno obtiene de dichas interpretaciones.
  • Sobre todo como adulto, enseñar desde el ejemplo.

Iniciarse como lector en el mundo de hoy no es tarea fácil, ni mucho menos cuando las generaciones que vienen detrás siguen nuestros pasos, pero ya saben lo que dicen La práctica hace al maestro.