¿Por qué algunas personas están seguras de su capacidad para tener éxito y otros expresan serias dudas respecto a sus habilidades?¿Por qué algunos se sienten más motivados para aprender y emprender?

En nuestra sociedad hemos visto que las mujeres están propensas a subestimar sus habilidades matemáticas y en ciencias; por su parte los varones están propensos a subestimar sus habilidades verbales y de lectura.

Dichas diferencias no son más que causas de concepción de habilidades, experiencias de aprendizaje y prácticas de crianza, estás son un reflejo de la interacción social en la que se encuentra el individuo.

Las personas no sólo tienen diferentes percepciones de sus habilidades, sino que además se sirven de concepciones también diferentes cuando juzgan su competencia (recordemos que competencia está ligado al ser competente, es decir que pueda o no desempeñar una tarea).

Para esto pueden ocurrir dos situaciones: la primera es que algunas personas creen que su nivel de habilidades está fijo, sin que pueda mejorarse con la práctica ni con el esfuerzo, a esto se le conoce como teoría fija de habilidades. Otros se creen capaces de mejorar su habilidad poniendo más entusiasmo y perseverancia, haciendo uso de otras estrategias, a esta contraparte se le conoce como teoría incremental de habilidades.

Lo anterior tiene un efecto colateral que incide en la motivación, el creer que puedo o el no creer que puedo se liga con la motivación.

La motivación es lo que nos mueve y nos permite ir más allá de nuestra persona o de lo que creemos que somos. En alguna otra columna se abordó sobre la motivación, los tipos de motivación y qué podemos hacer para acrecentar la motivación del individuo.

Estas teorías y creencias están acompañadas de las experiencias de aprendizajes y las prácticas de crianza, de este modo podemos explicar las diferencias personales en la motivación para el logro. Recordemos que somos una red, los lazos se están creando entre nosotros y es así que todos somos responsables del aprendizaje de otros, consiente o inconscientemente. Así que les escribiré 5 preguntas que deberán responder a conciencia.

 

  1. ¿Estimulas a una edad temprana para que exploren y prueben cosas nuevas?
  2. ¿Ofreces niveles adecuados de apoyo cuando otras personas intentan actividades diferentes?
  3. ¿Ofreces normas estables que permitan evaluar los logros? 
  4. ¿Comunicas a otros expectativas de alto o bajo rendimiento?
  5. ¿Reaccionas duramente ante desempeños “decepcionantes”?

 

Todos contribuimos a moldear la forma en que las personas percibirán sus habilidades.

¿Qué fuerte verdad? Es por eso que no me tomo a la ligera cuando les digo que todos somos guías o maestros de otros, porque actitudes que podemos considerar mínimas pueden cambiar la percepción de otros, que puede ser constructiva (el ideal de sociedad) o destructiva (algo que estamos viviendo hoy en día).

No todo está perdido, aquí hay algunos ejemplos de estilos que favorecen una convivencia sana y pacífica:

a) permitir al otro participar en la toma de decisiones.

b) Manifestar las expectativas a modo de sugerencia y no de órdenes.

c) Reconocer las necesidades y sentimientos del otro y de uno mismo también.

d) Ofrecer opciones.

Las diferencias nos enriquecen más que el asemejarnos. Hoy por hoy debemos agradecer y procurar a aquellas personas que hablan, piensan, hacen cosas diferentes. El reto es poder entablar lazos empíricos que favorezcan el desarrollo intra e interpersonal. Es de los retos que requieren más compromiso de uno mismo y que los efectos en la sociedad serán óptimos. Es una trabajo pero ya saben lo que dicen: “La práctica hace al maestro”.