Nos encontramos a dos semanas de salir de vacaciones y el cuerpo lo sabe. Sin importar la escolaridad que se tenga, el terminar un ciclo escolar, implica saber cerrar ciclos.
Es común que al acercarse el fin de ciclo, los padres de familia les pregunten a sus hijos si quieren ir a la escuela, lo cual es imprudente que un adulto le pregunte a un niño si quiere ir al colegio (porque se supone que es su obligación)  sólo porque se aproxima vacaciones, entonces ¿cuál sería la diferencia hacer la misma pregunta en cualquier época del año? y el doble mensaje que le hacemos al hijo «Cómo ya estás a punto de terminar, no vayas, no termines». Creo que es importante dejar en claro que los adultos no debemos dejar en discusión las responsabilidades que le corresponden al estudiante.
 Inclusive los propios hijos hacen mención a los padres que ya no quieren ir al colegio porque ya no se ve «nada». El docente al inicio del ciclo escolar, debe de cumplir con un programa, que a su vez tiene una serie de temas que se tienen que abordar, de acuerdo al grado, durante el año. Cuando se cumple con el programa, los temas que se retoman son a modo de repaso. El maestro es quien mejor conoce a su grupo e implementará las actividades o ejercicios necesarios para que el grupo si tiene un área de oportunidad, lo aborde. No es que no se haga nada, sino que se recupera los contenidos vistos durante el año y que le permiten al alumno reconocer cuáles son sus áreas de oportunidad y la oportunidad de reafirmar un tema visto.
Sólo las autoridades de cada plantel pueden afirmar si la matrícula estudiantil debe o no seguirse presentando.
La columna del día de hoy habla sobre cerrar ciclos y cómo impacta  a la persona y esto se va formando desde que se está en la escuela. Si el inicio del ciclo escolar es el 21 de agosto, por poner un ejemplo y se termina el 16 de julio. El estudiante tiene como responsabilidad y compromiso, cumplir tanto con la fecha de inicio, como con la fecha de cierre.
Porque de otro modo, todo el esfuerzo que se realizo a lo largo del año, al aproximarse el fin del ciclo, al dejarlo porque ya se está cansado, ya no se ve nada, es aburrido al fin y al cabo son pretextos. Estos se repiten durante cada año durante la primaria, secundaria, la prepa y así sucesivamente. Todos hemos conocido el primo de un amigo que estaba tan cerca de obtener una beca, un préstamo, un mejor puesto, de titularse o inclusive una relación sentimental y lo haya dejado de la noche a la mañana. Quiero aclarar que hay circunstancias ajenas a la persona, que justifican que las situaciones no se concreten. Pero cuando se utilizan pretextos como se exponen en la columna, que son de los más comunes, son casos donde no se justifica.
Hoy en día nos quejamos de la falta de compromiso de las personas: ciudadanos, políticos, maestros, ejecutivos, carpinteros, albañiles, diseñadores, papá, mamá, hijos, etc. Es un buen momento para reconocer cómo pequeños actos,como el de terminar el ciclo escolar impacta en la vida de una persona a largo plazo. La recomendación es no pensar dos veces si vas a mandar a la escuela a tu hijo. Tiene más de ganar que de perder. Que si al terminar dicho ciclo, no es lo esperado, eso es un tema aparte y que lo abordaremos en la siguiente columna.
Recuerden que la práctica hace al maestro.