Las emociones nos indican el estado de nuestro organismo, de hecho, desde hace mucho tiempo se sabe que las emociones están directamente conectadas a una serie de cambios fisiológicos relacionados con el sistema nervioso; es por ello que, emociones como la felicidad o la tristeza pueden llegarse a percibir como sensaciones corporales (dolor, frío, calor, presión en el pecho, respiración agitada, entre otros).

Lidiar con un cúmulo de emociones distintas no siempre es tarea fácil, es allí en donde entra la inteligencia emocional que es la capacidad para identificar, entender y manejar las emociones correctamente, facilitando las relaciones con los demás, logrando con ello la consecución de metas y objetivos, el manejo del estrés o la superación de obstáculos. No obstante, en situaciones de tensión o cuando se debe resolver algún conflicto, no siempre es fácil controlar adecuadamente lo que sentimos, y podemos llegar a dar rienda suelta a emociones que no son precisamente productivas o simplemente no ayudan a que se resuelvan los problemas, sino por el contrario, terminan por avivarlos más; es por todo esto que a continuación te presentamos algunas recomendaciones, para que cultives tu inteligencia emocional:

  • Cuando recibas una crítica negativa a tu trabajo, recuerda que es a éste y no a ti a quien se está calificando. – Es importante diferenciar una cosa de la otra, ya que es muy común que tendamos a confundir o intercambiar el objeto de las críticas, tomándolas como una afrenta personal más que una oportunidad para mejorar.
  • ¡No te tomes todo personal!, de lo contrario vivirás ofendido la mayor parte de tu vida. – Ya en el día a día es relativamente fácil que algo salga mal en cualquier momento, pero si sumado a esto vas por la vida con la espada desenvainada, lo más probable es que a la mínima escusa se genere una confrontación. En vez de ello, trata de mantener la cabeza fría, te evitarás con ello el sumarle problemas a algo que podrías resolver con tranquilidad.
  • Recuerda que lo que la mayoría de las personas hacen o dicen es una reflexión de ellos mismos. No tiene nada que ver contigo. – Bien dicen que toda cabeza es un mundo, y no siempre esos mundos están conscientes de los otros a su alrededor, menos aun cuando éstos se encuentran en caos; por lo que, si en determinado momento alguien deliberadamente llega a agredirte, lo mejor que puedes hacer es no tomarte el acto demasiado a pecho, pues lo que para ti son 5 minutos de incomodidad, quizás para el otro es el resultado de todo un mal día y sólo eso. Apela entonces a la compasión.
  • Defiende tus puntos de vista sin llegar a la violencia. – Es una verdad casi absoluta, que en cualquier tipo de discusión (y más si sentimos que tenemos a la señora verdad de nuestro lado) el que nos contraríen o simplemente invaliden nuestros puntos de vista, resulta casi tan agradable como tragar aceite hirviendo. Pero no por ello debemos pasar de una discusión a una pelea campal. Recuerda que el otro también puede que se sienta poseedor de la verdad, por lo que, deberás apelar a la razón y a los fundamentos antes que a los gritos, puños o cualquier otra forma de violencia para sustentar tu posición.
  • Piensa en el Dalai Lama o cuenta hasta diez. – Por cliché que suene esta última frase, en ocasiones es el único recurso viable ante la necedad o estupidez que algunos contrincantes pueden llegar a poseer en algunas discusiones. Toma en cuenta, que ante una situación semejante de nada sirve el diálogo, pues no es siquiera posible de entablar, por lo que (a menos que sea un caso de vida o muere) deberás dejarlo pasar. En la vida vale más tu tranquilidad que llevar la razón.