Es una maravilla el cuerpo humano, su evolución desde que es concebido es el resultado de una progresión natural, esto por la necesidad del cerebro por adaptarse al entorno, lo mejor y antes posible. Esta adaptación sólo se va a dar a través de las interacciones que se le presenten, ya que gracias a éstas, el ser humano modificará o aumentará sus capacidades con el fin de interactuar con su contexto que está en permanente expansión y estas interacciones en gran parte le corresponden al adulto, es decir, propiciar pero sin sobreestimular, ya que hay tiempo para cada proceso.

Hay un punto en la teoría del egocentrismo de las operaciones formales que considero que es importante, porque si bien el niño va siguiendo una secuencia o evolución del pensamiento, justamente en la capacidad lógica del adolescente se ve ofuscada esta evolución o avance, por los cambios emocionales y físicos de su persona, considero que es cuando más acompañamiento deben tener los jóvenes para poder amortiguar y sobrellevar los cambios por los que están pasando y comparando con los infantes que están de 0 a 11 años su proceso es “normal” van adquiriendo habilidades pero no se ve afectado por un cambios, como los que pasan los adolescentes.

Durante el desarrollo, el niño inicia con la curiosidad. Los fenómenos que ocurren a su alrededor no suceden por accidente, las explicaciones están compuestas por hechos. Es precisamente en esta etapa, en la que niño se encuentra en la educación Primaria y por característica principal, el sujeto tiene una necesidad del saber del por qué de las cosas y así como adultos y docentes, si no acrecentamos el gusto del niño por seguir descubriendo o cuestionando, creamos seres indiferentes a fenómenos que ocurren a su alrededor. El gusto por querer conocer lo que ocurre en su contexto, lo hará ser crítico, observador y analista. Todo a partir de la curiosidad innata del niño.

Hay que animar a los niños a extender sus respuestas. Repetir las preguntas con otras palabras, cuando el niño parezca no entender los significados. Utilizar el vocabulario del niño, lo más clara posible, para transmitir las intenciones deseadas.

Para concluir, cada una de las experiencias que como docentes o adultos propiciemos en los niños, será mayor su capacidad para transformar su contexto, deberíamos preguntarnos ¿Qué experiencias estamos dejando de propiciar en el aula o en casa?