Recién terminé de ver Stranger Things, esa obra maestra de ciencia ficción y terror, que quizás vaya siendo imperativo que vean si no la conocen. Y me apuré a ello por la simple razón de que encontré un artículo estupendo que relacionaba la serie con dimensiones extra y mundos paralelos que, gracias a mi temor habitual a arruinarme el final de series y películas, dejé pendiente.

 

No ahondaré en detalles de la trama. De hecho, esto no va sobre Stranger Things, va sobre la posibilidad de la existencia de universos paralelos y dimensiones invisibles.

El universo paralelo y la dimensión extra, pese a que nos puedan parecer conceptos similares no lo son tanto.

Las dimensiones en física también se llaman grados de libertad,  y nos indican en qué direcciones podemos trasladarnos. Hasta donde podemos experimentar con nuestros sentidos existen tres dimensiones espaciales: arriba/abajo, de un lado a otro y adelante/atrás; y una dimensión temporal, dentro de la cual sólo podemos ir hacia adelante.

La teoría de cuerdas, que ya hemos mencionado, se vale de una compleja estructura matemática para explicar los fenómenos del universo, y dentro de esta estructura yacen diez dimensiones. ¿Dónde están? No lo sabemos, de existir, cosa que la matemática permite, nuestros cerebros y sentidos son incapaces de percibirlas y la tecnología aún no ha llegado a este grado de desarrollo tampoco. En cuanto a dimensiones extra, es todo teoría por el momento.

Dentro de un aún hipotético Multiverso, es decir, un espacio en el que exista una multitud de universos individuales como el nuestro, por mera probabilidad habría una basta diversidad de características distintivas entre cada uno: otras leyes físicas, dimensiones extra, incluso podría existir alguno exactamente igual al nuestro, con otra Tierra y otro tú, y otro yo, pero donde Alemania hubiera ganado la Segunda Guerra Mundial. Al estar separados físicamente estos dos Universos, cabe la remota posibilidad de viajar, de algún modo, entre ellos y observar directamente otras dimensiones que escapan a nuestra percepción. Pero esto está por mucho más allá del la frontera con la ciencia ficción. Por el momento.

Se cree que los agujeros negros interconectan distintos tiempos y espacios. Esto es a lo que se llama Agujero de Gusano, y la física hoy está investigando estas posibilidades.

Cabe también pensar que lo que aquí vemos como un agujero negro, donde tiempo, materia y energía conocen su final, del otro lado funcione como un big bang para una ramificación de nuestro universo. El viaje allí, aunque teórico ahora y quién sabe por cuánto más, es posible.

Ahora conozcamos dos de las posibilidades más perturbadoras para mi gusto.

Un experimento mental famoso ya es el Gato de Schrödinger, donde un felino dentro de una caja cerrada está a merced de un depósito de veneno que lo matará o no dependiendo de la radiactividad de un átomo. El experimento consiste en que si la caja permanece cerrada, sin observador que intervenga, los estados cuánticos posibles del gato, es decir gato muerto, gato vivo, se traslapan y es imposible determinar el estado final sin observación.

Otra versión del experimento se conoce como Suicidio Cuántico, y aunque el planteamiento es similar, el experimento se realiza desde el punto de vista  del gato: dentro del espacio cerrado se encuentra un hombre con una pistola que lo matará o no, dependiendo nuevamente de la dirección de rotación de un átomo, cada vez que el hombre apriete el gatillo el arma se disparará sólo si el átomo gira en sentido horario. Con una posibilidad del 50% de morir, y el 50% de vivir, cada vez que esto se lleva a cabo el Universo, cuánticamente, se divide en dos: uno en el que el hombre vive y otro en el que el hombre muere. Como el experimento es realizado desde el punto de vista del hombre, su consciencia juega un papel importante: siempre continuará existiendo en el universo donde el arma no se dispare.

Extrapolando la idea, toda coyuntura divide el Universo en versiones separadas donde los efectos difieren.  La existencia de estas realidades paralelas es totalmente teórica, pero puede ser reconfortante saber que en alguna de ellas, todos somos millonarios.

Finalmente está la cuestión de la infinitud física de nuestro Universo, la más perturbadora de todas las locuras que veremos hoy. En un espacio-tiempo sin límite alguno, eventualmente las cosas volverían a ocurrir.

Las partículas tienen un vastísimo repertorio de formaciones, átomos que se unen para formar moléculas, moléculas que se unen en organismos u objetos de complejidades varias. Pero las posibilidades, aunque inconmensurables, son finitas. Si avanzáramos lo suficiente en el tiempo y el espacio, y este resultara ser efectivamente infinito, nos toparíamos tarde o temprano con otra Tierra, con otra humanidad y otra historia, totalmente idénticas.