Quizás sea muy temprano para un recuento de los descubrimientos científicos que hicieron de este año uno memorable, pero no me importa, sólo quedan dos semanas y seamos sinceros: es probable que el próximo miércoles nadie me lea, pero está bien, hay que disfrutar del tiempo libre porque eso también está en peligro de extinción. El listado fue presentado por National Geographic en Español pero yo lo he organizado de otra manera, una que demuestra lo relevante en cuanto al impacto a futuro de cada descubrimiento. Comencemos:

  1. Machimosaurus Rex

Un grupo de paleontólogos descubrió en Túnez los restos fosilizados de un espécimen hasta entonces no descubierto: el machimosaurus rex, un ancestro de nuestro cocodrilo moderno que medía más de nueve metros de largo y alcanzaba hasta tres toneladas de peso.

El hallazgo, datado en 120 millones de años de antigüedad, cambia por completo la creencia en una rápida extinción masiva al final del período jurásico, en el que supuestamente esta especie y varias más de su mismo grupo perecieron. El cocodrilo gigante, encontrado por encima del estrato de la supuesta extinción, sugiere que el evento fue más paulatino y no drástico, como se pensaba.

  1. Huellas Humanas

Engare Sero en Tanzania, es el sitio. Una serie de huellas humanas, el hallazgo. Lo peculiar, de hecho, radica en el sedimento en el que quedaron impresas las huellas: finas capas de ceniza del volcán próximo, activo durante milenios en la región, fosilizó los rastros del andar de generaciones de humanos entre 19 mil y 5 mil años atrás.

Los vestigios nos dan pautas para conocer la vida social de los grupos que transitaron por el lugar, así como datos demográficos de los mismos. Conocernos, desde los orígenes, es un regalo que la ciencia nos da.

  1. Próxima b

A sólo 4.24 años luz de la Tierra, lejos, muy lejos, en cualquier escala humana, se encuentra Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema solar. No obstante, en términos astronómicos, Próxima está a la vuelta de la esquina. Estas son buenas noticias tras el descubrimiento de Próxima b, un planeta de tamaño comparable con la Tierra y a la justa distancia de su estrella como para que, de existir, el agua fluya en estado liquido por su superficie.

Los estudios más detallados están aún por venir. En los próximos años se lanzará el telescopio espacial James Webb, sucesor del Hubble, que entre sus bendiciones contará con una definición sin precedentes y un punto de observación privilegiado en una órbita más alejada de nuestro planeta, todo esto para darle oportunidad de desenvolverse bien en su misión: estudiar la formación de galaxias, estrellas y planetas. Suficiente será esto para poder dar un vistazo a Próxima b y averiguar si las condiciones para la vida son favorables, quizás incluso hallemos señales de que no estamos solos, pero lo más probable, y lo que encierra el verdadero valor del descubrimiento, es la posibilidad tangible de un futuro hogar para la humanidad.

  1. Cola de dinosaurio

La paleontología cerró el 2016 con un descubrimiento histórico. En un mercado de Birmania un trozo de ámbar casi termina como joyería pero antes fue a dar en las manos de paleontólogos que en un principio creyeron que contenía materia vegetal. Tras los estudios se dieron cuenta que lo que parecía una rama con hojas no era otra cosa que la mismísima cola de un dinosaurio, con escamas y piel intactas, hueso e incluso plumas.

Las exploraciones en depósitos de ámbar tienen mucho que mostrarnos en los años por venir.

  1. Juno

La misión Juno de NASA, arribó este otoño tras cinco años de viaje, a su órbita de destino alrededor de Júpiter. Entre las curiosidades cabe señalar que es la primera misión espacial que lleva consigo una cámara cuya misión es el espectáculo. Las fotografías tomadas por este dispositivo, si bien tienen valor documental y científico, serán utilizadas mayormente para la divulgación de la información obtenida por el resto de los equipamientos de la sonda.

Juno investigará el sistema jupiterino, lunas y todo, además del fuerte campo magnético del planeta. Habrá que prestarle atención especial a Europa, la helada luna de Júpiter de la que se especula contiene un océano bajo su corteza de hielo, para buscar señales de vida o condiciones favorables para el asentamiento humano.

  1. Ondas gravitacionales

Lo más destacable del año, sin duda. Se detectaron, dos veces, para el regocijo de quienes necesitaban confirmar que no hubiera sido una coincidencia, las hasta entonces elusivas ondas gravitacionales. Perturbaciones casi imperceptibles del entramado mismo del espacio tiempo, causadas por acontecimientos violentos como la colisión de estrellas, agujeros negros o el mismísimo big bang.

Hace un siglo, su existencia fue predicha por Einstein en su teoría de la relatividad, pero la tecnología distaba mucho de ser la adecuada para detectarlas. En febrero, eso se acabó. La teoría de Einstein quedó confirmada en su totalidad al ser esto el último detalle que faltaba de confirmación. Las posibilidades son asombrosas: observar directamente fenómenos invisibles para la óptica, como la física de los agujeros negros que aún se encuentra en pañales, o el origen mismo del cosmos.

 

El futuro está a la vuelta.