Con mucho gusto acepte la invitación del Lic. Rolando Martínez para participar en esta bella aventura. Trataré de aprovechar este espacio para difundir algo de la rica historia de San Francisco del Rincón, iniciando con este relato sobre el inicio de la Revolución de Independencia, en estos días que estamos conmemorando un aniversario más de la Patria.

            Felicidades al Lic. Rolando Martínez, deseándole toda la suerte que se merece.

            Prof. J. Jesús Zamora Corona

            Cronista de San Francisco del Rincón, Gto.

 

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La  Independencia en los pueblos del Rincón

Cuando España presintió la pérdida de sus fabulosas posesiones en América, dictó algunas medidas que lo único que hicieron fue mostrar la debilidad de la monarquía; tal es el caso de la expedida en 1809 en la que consideraba que “los vastos y preciosos dominios que España posee en las indias, no son propiamente colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la monarquía española”, medida que fue dictada tardíamente, cuando ya se gestaba el movimiento revolucionario que acaudillaría el ilustre guanajuatense Miguel Hidalgo y Costilla. En este mismo año el virrey Pedro Garibay, por medio de una proclama, animó a los novohispanos “para que no se dejen seducir por los perversos”; estos perversos no eran otros que los franceses, “siendo los más o ateos refinados en la vil orden de la fracmasonería ilustrada, sansculotes o jacobinos”.

En 1810 el virrey, Francisco Xavier Venegas, expidió un bando en el que se insertó un real decreto para que se liberte de tributo a todos los indios contribuyentes, con expresa prohibición a sus gobernadores indios, caciques y encomenderos, de que les exijan la menor cantidad por razón de tributos”.

En 1811 el sanguinario Félix María Calleja expidió un bando en Guadalajara, dirigido a los habitantes de Nueva Galicia, para que abandonen las filas de la insurrección y esperen todo “de este gobierno justo y piadoso bajo cuya dirección habéis sido felices trescientos años”.

En 1812 en otro bando el virrey Venegas informó que las Cortes decretaron: Que la representación de América en las mismas sea igual a la que se establezca en la península; que los americanos puedan sembrar y cultivar cuanto quieran, así como promover la industria en toda su extensión, y que los americanos tengan igual opción que los españoles para toda clase de empleos o destinos. Lo dicho, sabias medidas pero dictadas tardíamente, cuando ya el movimiento insurgente se extendía por todo el centro del actual territorio mexicano. En este mismo año las Cortes habilitaron a los súbditos españoles que por cualquier línea trajesen su origen del África, para que pudieran ser admitidos a las matrículas y grados de las universidades, ser alumnos de los seminarios, tomar el hábito en las comunidades religiosas y recibir las órdenes sagradas.

En 1813 quedaron abolidas las mitas o repartimientos de indios y todo servicio personal que bajo esos nombres prestaban a los particulares, repartiéndose tierras a los indios casados o mayores de 25 años.

En 1820 se prohibió la pena de azotes en los establecimientos públicos de corrección, seminarios de educación y escuelas, así como a los párrocos que usasen de este castigo para corregir a los indios.

En 1821 Agustín de Iturbide dispuso la abolición de los derechos de subvención temporal y contribución directa de guerra, el de convoy, el de 10% sobre el valor de alquileres de casas, etc., para que “desde ahora comience el pueblo a sentir los benéficos frutos de su independencia”.

 

La cuestión militar

 

Durante la mayor parte de su historia, Nueva España no contó con un ejército formal, sino únicamente con algunos cuerpos pequeños de vigilancia que bastaban para repeler los ataques esporádicos de los indios norteños o de los piratas, únicos enemigos que estaban en posibilidades de causar dolores de cabeza a las autoridades virreinales.

Las potencias europeas carecían de elementos para lanzarse a una guerra en territorios de la corona española en América.

Sólo en 1762, cuando los ingleses se apoderaron de la ciudad de La Habana, Carlos III comprendió que también podrían atacar Veracruz, girando instrucciones para que se formara un ejército encargado de desalentar esta pretensión.

El 11 de septiembre de 1762 el virrey Joaquín de Monserrat, marqués de Cruillas, envió un bando al alcalde mayor de León, exhortando a todo paisano a alistarse voluntariamente en las tropas del rey, asegurando en su real nombre el premio correspondiente, según el mérito que contrajere durante la guerra con la nación británica. Dicho bando fue conocido y obedecido en los Pueblos del Rincón el 10 de octubre del citado año.2

Los naturales de los pueblos del Rincón formaron parte del Regimiento de Caballería del Príncipe de la villa de León, encuadrados en la tercera, séptima y onceava compañías, formadas por españoles y mestizos para servir a la patria durante doce años.3

El 17 de junio de 1795 el intendente de Guanajuato, Juan Antonio Riaño, comunicó al subdelegado leonés, José Fernández de Molina, que en los Pueblos del Rincón, San Pedro Piedragorda y Pénjamo era necesario continuar con la leva de vagos para los bajeles de la Real Armada, por las frecuentes bajas que ocurrían, haciendo hincapié en no enlistar hombres inútiles ni indios.4 Lo anterior comprueba que los indígenas estaban exentos del servicio militar con el propósito de evitar que se armaran o porque se les consideraba incapaces e indignos de desempeñar el oficio de las armas; igualmente se les prohibió poseer caballos para restarles elementos bélicos. Lo anterior, sin embargo, no fue obstáculo para que habitantes de estos pueblos se dieran de alta en las milicias virreinales, como Ignacio Rivera, de oficio labrador, quien formó parte del Regimiento de Dragones Provinciales del Príncipe.5

Otro caso fue el del miliciano Germán Cortés, quien en septiembre de 1808 se alistó para servir a la patria por doce años, siendo testigos Ignacio Ramírez y el cabo José Segura, miembros de la Séptima Compañía de Dragones del Rincón.6

Para 1808 Nueva España contaba ya con una fuerza militar permanente, integrada por nueve mil hombres y otra de milicias que sumaban alrededor de veintidós mil individuos. Las milicias estaban integradas principalmente por peones agrícolas y artesanos, que sólo se integraban a sus cuerpos cuando se les llamaba para impartirles instrucción militar.

Tal era el ejército virreinal que tendrían que enfrentar los primeros insurgentes al estallido de la revolución en 1810.

 

Situación política y económica

 

La situación que prevalecía en Nueva España en los años anteriores al inicio de la rebelión de 1810, fue de alza en los precios debido a prolongadas sequías, heladas prematuras y muerte de ganado. Todas las actividades económicas se resintieron; por ejemplo en el Bajío y en la zona minera del Norte las consecuencias no se hicieron esperar: desempleo, hambre, invasión de masas miserables a ciudades como Guadalajara, León, Valladolid y Querétaro; paros en los obrajes, decadencia del comercio, aumento del bandolerismo, etc.7

Las consecuencias de la guerra de independencia en la intendencia de Guanajuato fueron desastrosas, tal como lo narra un testimonio realista de junio de 1817, del que extractamos lo siguiente:

“…este hermoso y rico territorio de Nueva España es el que debía llamar la atención del gobierno. Está tan abandonado como siempre. Las minas en un atraso increíble sin que se extraiga de sus minas sino la cuarta parte de lo que debía producirse. La plata se ha recargado con exacciones impolíticas. Escasea la pólvora, la sal, el azogue, las semillas y la tropa [realista] para destruir a la canalla. Está tan insolente y osada como siempre, está fortificada en Irapuato, posición ventajosa. Por dos veces nuestras tropas la han atacado infructuosamente. Las partidas han entrado hasta cerca de las calles de Querétaro, asesinando a la guarnición de Apaseo. El actual comandante general es el memorable Tuerto Ordóñez, que ha reemplazado a Iturbide, heredando en parte sus propiedades menos el de la actividad. El comercio está en mal estado y lo mismo la agricultura. Las haciendas incendiadas sin ganados y sin gente. El espíritu general es de independencia…”8

 

La subdelegación de León

 

            Don Miguel Hidalgo y Costilla envió emisarios a la villa de León para ponerse en contacto con los comprometidos en la insurrección, a la quienes encontraron dispuestos a secundar el movimiento de independencia, encabezados por el Capitán Manuel de Austri, hecho que tuvo lugar antes del 29 de septiembre de 1810.9

            El día 4 de octubre del mismo año hizo su entrada a León Rafael de Iriarte, comisionado de Hidalgo, quien puso en libertad a los reos que se encontraban en la cárcel real de la villa. A partir de entonces se inicia efectivamente el movimiento de independencia en León y su jurisdicción.

El presente trabajo está basado en fuentes documentales de primera mano, en su mayoría inéditas, que obran en los acervos del Archivo Histórico Municipal de León, Gto.

De algunos periodos de esta lucha existen lagunas debido a que los archivos, tanto eclesiástico como civil de San Francisco, fueron destruidos por ambos bandos o utilizados sus papeles para la fabricación de cartuchos, como consta documentalmente.10

 

Como ya se mencionó anteriormente, el pueblo de San Francisco del Rincón se fundó en 1607 por indígenas otomíes ya cristianizados, procedentes de lugares que pertenecen actualmente a los estados del centro de la República, quienes venían a ofrecer su mano de obra a las fincas agrícolas y ganaderas asentadas en la región.

San Francisco del Rincón fue una fundación neogallega, autorizada por el Lic. Juan Paz de Vallecillo, oidor y visitador de la audiencia de Guadalajara, por considerar el territorio donde se asentó como perteneciente a la jurisdicción neogallega, confusión que andando los años dará lugar a un enconado pleito entre las audiencias neogallega y novohispana.

La fundación de Purísima, por su parte, fue autorizada por don Marcos de Torres y Rueda, obispo de la ciudad de Mérida, a la sazón gobernador del reino de Nueva España, quien encomendó el cumplimiento de esta fundación al Capitán Diego de Coria y Peralta, alcalde mayor de la villa de León. En el acta de fundación de este pueblo se le llama “Nuestra Señora del Rincón de la Limpia Concepción”, y el acto tuvo lugar como a las siete de la mañana del 21 de abril de 1649, después de haber oficiado misa el Lic. Andrés Mayor, beneficiado de este partido.

Los indígenas se organizaron en república y periódicamente nombraban un gobernador para atender los asuntos internos que surgieran en ambos pueblos; cuando se ventilaban cuestiones de mayor peso, pasaban al Alcalde Mayor de León o a la Real Audiencia de México para su resolución definitiva.

El avance demográfico fue muy lento; de los once indígenas y sus familias que se asentaron en el pueblo de San Francisco en 1607, ya eran 150 en 1631; en 1685 se contabilizaron 1,037 almas y en 1765 la población ascendía a 2,726 individuos. Ya iniciada la lucha por la Independencia, en 1812, el pueblo de San Francisco contaba con 3,620 almas, mientras que Purísima, el otro Pueblo del Rincón, albergaba a 2,400 vecinos.

La presencia de insurgentes en la región se dio casi en forma simultánea como se iban dando los acontecimientos; el cuatro de octubre de 1810, como a las diez de la mañana, entró a la villa de León Rafael Iriarte, comisionado de don Miguel Hidalgo, quien traía consigo una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

Cuando las huestes de Hidalgo tomaron la ciudad de Guanajuato, el generalísimo nombró al brigadier José Francisco Gómez como corregidor y comandante de las armas de esta provincia, nombramiento que surtió efectos mientras los rebeldes ocuparon la provincia, pues llegando los realistas no se reconoció tal nombramiento. Este funcionario ordenó que no se publicaran papeles sediciosos expedidos por las autoridades de México y Valladolid contra los insurgentes, porque acaso podrían desmoralizar a la población, proclive al bando emancipador.

Desde luego que hubo manifestación para ambos bandos contendientes, como la expresada por Pantaleón Rubio, quien estaba dispuesto a morir por su rey “con eterno aborrecimiento de los que fueren napoleones”. En contrario está la manifestación de José Luis García, quien ha dado muestras de fidelidad desde que las tropas del rey llegaron a libertarnos de la opresión y gobierno de los insurgentes.

A finales de este glorioso y doloroso año de 1810, Ignacio Allende insistía en que se remitiesen a la ciudad de Guanajuato “cuantas harinas y maíces, paja y grano de cebada para el socorro de aquella cabecera de la provincia y la más interesante del reino”.

            En San Pedro Piedragorda todas las cosas estaban trastornadas a causa de la revolución, incluso los europeos residentes en aquella jurisdicción tomaron las de villadiego.

Bajo una situación tan tensa como se vivía en las postrimerías de este año, se expedían salvoconductos para trasladarse a cualquier lugar, incluso a la villa de León, tal como aconteció con Vicente Guerrero -homónimo del caudillo suriano-, quien debía justificar su conducta “por haberse ausentado de su casa a la llegada de un piquete del ejército del rey”.

La vida social, económica, religiosa y política siguió prácticamente inalterable durante los largos años que duró la revolución; los hombres de los Pueblos del Rincón se dedicaban principalmente a la agricultura, mientras que las mujeres, además de las labores domésticas, ocupaban su tiempo en tejer palma para la manufactura del sombrero, aditamento que por lo menos desde el año de 1766 se producía en estos pueblos. Era la principal fuente de empleo y buenas ganancias dejaba a quienes comerciaban con él en las villas y ciudades cercanas, puesto que su traslado debía hacerse a lomo de mula.

Los vecinos de los Pueblos del Rincón de aquellos años tenían que manifestar su adhesión a la causa del rey, cuando sus tropas deambulaban por estos rumbos en busca de alzados, aunque de corazón apoyaran la causa insurgente, apoyo que debía ser discreto para evitarse graves problemas con los jefes realistas, como el draconiano bando emitido por Calleja en Silao donde ordenaba que en el pueblo en que se cometiera asesinato de soldados de los ejércitos del rey, de justicia o empleado, de vecino honrado criollo o europeo, “se sortearán cuatro de sus habitantes sin distinción de personas, por cada uno de los asesinados, y sin otra formalidad serán pasados inmediatamente por las armas aquellos a quienes toque la suerte”. Nótese que en este sangriento bando nos se mencionan los mestizos, los indígenas, las castas y los negros, porque eran quienes generalmente abrazaron la causa rebelde.

Las causas criminales por infidencia no se hicieron esperar; en el año de 1811 se instruyó una contra Rafael Morales, residente en la hacienda de Jalpa, en el actual municipio de Purísima, por haber andado con los insurgentes desde el principio de la revolución, y después de indultado leído proclamas de los mismos y animando al pueblo a contribuir y mantener la insurrección. Morales fue puesto en libertad el 20 de marzo de 1811 y por sus declaraciones se desprende que fue ayuda de cámara de Juan Aldama y que mantenía en su poder una capa que le regaló Abasolo y un aderezo de silla y el reloj de Aldama.11

Otra causa por este motivo fue la instruida contra José Antonio Frausto, alias José Serrano, quien se presume que anduvo con el manco Albino García en los Adobes [Unión de San Antonio] y cuando entró a los Pueblos del  Rincón. Este individuo fue pasado por las armas el día 5 de octubre de 1811.

Otros castigos aplicados a quienes eran acusados de infidencia era sufrir dentro de la cárcel, por tres días, la pena de ser atado a un poste, dos horas por la mañana y dos por la tarde, poniéndole una mordaza y reclusión en un convento o casa de caridad en donde aprendiera la doctrina cristiana.

Rafael Galván, Antonio Quesada y Manuel Flores, naturales de San Pedro Piedragorda también fueron acusados de infidencia, pero lograron su libertad el 7 de diciembre de 1811.

            Ignacio Cervantes era originario de Atotonilco; se alistó en la gavilla de Francisco Alatorre, de la que pasó a la de Hidalgo, con quien estuvo en Guadalajara; en el pueblo del Rincón se reunió con la de Antonio Torres y finalmente con la de Pedro García; fue pasado por lar armas.

En el año de 1812 fue aprehendido en San Luis Potosí Francisco Palomino, vecino de los Pueblos del Rincón, quien se decía fue cómplice de Mariana Ruedas, mujer que fue del cabecilla Rafael Leiton, apodo de Rafael Iriarte.

En 1818 se le instruyó causa al Capitán Rufino Gómez y a los soldados Carlos Reyes y Toribio Torres, quienes participaron en el homicidio de Hilario Félix en la hacienda del Saúz de Armenta; todos tres, por orden del brigadier Pascual de Liñán, fueron pasados por las armas.

Otro individuo acusado de infidencia y condenado a muerte fue el ya mencionado Toribio Torres, originario de la hacienda de San Lorenzo del Lobo; el cura párroco de la villa de León solicitó al comandante militar, Francisco Falla, que se suspendiera su ejecución hasta en tanto se averiguase si había sido bautizado; al comprobar que recibió las aguas bautismales en San Francisco del Rincón y después de recibir los auxilios espirituales, fue pasado por las armas el día 4 de mayo de 1819.

Caso diferente fue la sumaria instruida contra José Isabel López, de 14 años de edad, aprehendido en San Roque de Montes, quien fue condenado a servir en el regimiento de infantería de la corona.

En este mismo año, el comandante militar de la villa de Lagos, Hermenegildo Revuelta, preguntaba al de la villa de León, si con su consentimiento el rebelde indultado Francisco Rodarte, a quien le seguía sumaria por infidencia, pasó a vivir a los Pueblos del Rincón, Cañada de Negros u otra finca de esta jurisdicción.

Ya a punto de que la Nueva España adquiriera su independencia, se le instruyó causa a Rafael Morales, por infidente y sedicioso, pues estando ebrio gritó: “Viva España y Fernando Séptimo, carajo”. Curioso caso el de este Morales, a quien se le incoaron dos procesos de infidencia: uno por el bando realista y el otro por el insurgente.